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194 GUISEPPE RAGO ciones y epígrafes dictados por prestigiosos eruditos. Ostentaciones propias de realeza, coherentes con la época, derivados de una decisiva victoria mili-tar; faustos a los que quizá renuncie por interés (la exigencia de no superpo-ner a la figura del soberano en ocasión de un acto formal tan relevante), pero que quizá no dude en concederse a la entrada a la ciudad de Capua pocos meses después (en enero de 1504), evento considerado apartado respecto al de la capital. Y la entrada a Capua es absolutamente triunfal y a la antigua usanza, con arcos entre ochos principales, con inscripciones en oro que exal-tan sus gestas; en ese complejo programa conmemorativo, por cada virtud o hazaña, se identifica a Gonzalo con distintos emperadores romanos9. Es igualmente de gran interés la relación con los círculos culturales de la ciudad y su influencia en el ámbito del mecenazgo en lo referente a la creación de una nueva identidad. Aún sigue siendo muy ambigua la cuestión relativa al intento de introducir la Inquisición en el Reino y no están muy definidos los límites de una presunta resistencia con el apoyo de la nobleza local respecto a las presiones procedentes de España en ese sentido; presiones correspon-dientes a un cambio más general restrictivo que habría implicado también el ejercicio militar de las funciones judiciales y la expulsión de los hebreos10; como también queda diluida, al quedar demostrado como real, su proximidad con el cariz de la Reforma católica: se recuerda, sin lugar a dudas, la implica-ción económica en la convocatoria a Nápoles del Capítulo General del Orden Augustiniano y su participación en los festejos para la elección de Egidio da Viterbo, figura emblemática de los círculos reformados, como gran prior.11 El mecenazgo de Gonzalo, basado en el idioma de lo antiguo, aparece directamente dirigido a los tres ámbitos afectados de manera directa por la reciente guerra: la universidad con la reapertura del Studium de la ciudad, la producción tipográfica y el ámbito académico con el sostenimiento explícito de la Academia Pontaniana. Desde un principio, en efecto, aparecen intentos constantes y unívocos de crear un nexo estable con el establishment literario aragonés así como una continuidad ideal, al menos, desde el punto de vista simbólico. El desafío de Barletta (1503), acontecimiento episódico después de todo, se estaba convirtiendo en algo ejemplar desde el punto de vista lite-rario durante los años del Virreinato de Gonzalo12; ha sido recordado por al-gunos de los intelectuales implicados en la conmemoración de dicho evento 9  C.J. Hernando Sánchez, La imagen… cit., p. 153 10  vi, p. 152. 11  Notar Giacomo, Cronica di Nápoles …, per cura di P. Garzilli, Nápoles 1845m, p. 302; F.X. Martin, Friar, Reformer, and Renaissance Scholar. Life and Work of Giles of Viterbo, 1469- 1532, Villanova, Pennsylvania 1992. 12  G. Procacci, La disfida di Barletta. Tra storia e romanzo, Milano 2001. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 189-214. ISSN: 0482-5748


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