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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 133

Como se puede comprobar, los contratos para la flota de Nueva España se firmaban en mayo, con una antelación de dos meses, pues el mes aproximado de la partida era julio. En cambio, la de Tierra Firme partía en primavera, por lo que la firma del contrato oscilaba entre septiembre y marzo. En ocasiones, la antelación podía llegar a los cuatro meses, sobre todo a fines del siglo XVI, pero ya en el siglo XVII era más habitual un margen de dos meses. Hubo una excepción: la Armada General de la Carrera de Indias de 1623 tuvo que partir en marzo, para reparar y escoltar de regreso a la naufragada flota de Tierra Firme del año anterior, y debió contratar a sus músicos cinco escasos días antes de la partida. El propio documento notarial precisa que «en la dicha real armada que de presente se apresta por la plata que a de traer este presente año de mill seiscientos veinte y tres de la provincia de Tierra Firme» (43). Teniendo en cuenta que partía del puerto de Sanlúcar de Barrameda, los ministriles tuvieron que darse prisa para desplazarse hasta allí. ¿Cuánto tiempo de trabajo suponía aceptar este encargo? De los ministriles de quienes tenemos noticia individualizada, sabemos que estuvieron ausentes de Andalucía un año y tres meses cuando fueron con la flota de Nueva España, mientras que los de la de Tierra Firme pudieron llegar a estarlo un año y hasta cinco meses, aunque el contrato de la de 1584 prometía a los músicos estar de vuelta en menos de un año (44). Teniendo en cuenta la remuneración que algunos de ellos recibieron, aun sin saber las expectativas de ganancia que tenían en Sevilla, el viaje no les traía cuenta, de modo que es razonable pensar que la aventura atlántica llevaba aparejada una promesa razonable de ingresos complementarios. El punto de partida de la expedición no era siempre Sevilla, donde se firmaba el contrato. La flota no se reunía enteramente hasta que no llegaba a Sanlúcar de Barrameda, esto es, hasta que no se salía a mar abierto, debido a que el trayecto fluvial, que duraba una semana, era el más peligroso y lento de todos cuantos componían el viaje trasoceánico, a causa de los bajos de arena que amenazaban a los navíos de gran calado (45). Las funciones de los ministriles tenían poca aplicación en aguas fluviales, y los buques de guerra no se incorporaban a la flota hasta que estas no eran superadas. Una vez pasada la barra de Sanlúcar, la expedición hacía su primera escala de repostaje en las islas Canarias, y desde allí se emprendía un viaje de alrededor de un mes desde La Gomera hasta las Antillas, desde donde la flota de Nueva España empleaba otro mes en alcanzar su destino pasando por Puerto Rico, mientras que la de Tierra Firme alcanzaba Cartagena en quince días (46). Para regresar, ambas flotas recalaban en La Habana. Se trataba de un viaje más largo y peligroso que el de ida, debido al acecho de los piratas en torno a las Azores y el cabo de San Vicente, desde donde se tardaba un mes adicional en arribar a (43) AHPS, PNS, of. 6, leg. 4288, libro 2.º de 1623, 10 de marzo de 1623, cuaderno 5.º, s/f. (44) Ibídem, of. 21, leg. 14312, libro 6.º de 1584, 8 de septiembre de 1584, ff. 1000r- 1003v. (45) PÉREZ-MALLAINA: Los hombres del océano, p. 18. (46) Ibídem, p. 20. 20 SUPLEMENTO N.º 23 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 133


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