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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 133

LA ORGANIzACIóN DEL SERVICIO DEL RESGUARDO MARíTIMO EN ESPAñA DESDE... vigilancia, etc. De esta manera, a los vapores Lepanto, Isabel II y Vulcano, que hasta ese momento pertenecían al Resguardo Marítimo, se añadían ahora los faluchos Plutón y Vulcano (19). Al mismo tiempo, el número de las divisiones se aumentó a siete. La primera se encargaría de la vigilancia de las costas de Gerona, Barcelona y Tarragona, y la formaban 1 vapor, 6 faluchos y 12 escampavías. La misión de la segunda, compuesta por 1 vapor, 4 faluchos y 5 escampavías, era vigilar el litoral de las Baleares. La tercera tenía encomendada la custodia de las costas de Castellón, Valencia y Alicante y disponía de 1 vapor, 6 faluchos y 5 escampavías. Las costas de Murcia y Almería estaban destinadas a la cuarta división, formada por 1 vapor, 6 faluchos y 5 escampavías. La quinta se encargaba de recorrer las costas de Granada y Málaga con 1 bergantín goleta, 7 faluchos y 12 escampavías, abarcando, y en la provincia de Cádiz, hasta Tarifa. Del resto de la costa gaditana, de la de Huelva hasta la frontera portuguesa y de las islas Canarias debía encargarse la sexta división, con 1 vapor, 1 místico, seis faluchos y 8 escampavías. La séptima estaba formada por 1 bergantín goleta, 1 místico, 2 lugres y 11 escampavías, y su radio de acción abarcaba toda la costa norte peninsular. Se creó para su mando una comandancia general, al frente de la cual se hallaba un jefe de escuadra o un brigadier con la denominación de comandante general de guardacostas, quien fijaría su residencia en Cádiz. A sus inmediatas órdenes se hallaría un capitán de navío o de fragata, en calidad de segundo, y dos oficiales subalternos que ejercerían de ayudante de órdenes y secretario. Cada división estaría mandada por un capitán de fragata con residencia en su cabecera, quien debía dirigir las operaciones navales de acuerdo con los gobernadores civiles de las provincias. A fin de organizar las acciones y maniobras navales, se acordó que a todos los buques bélicos de vela se les adjuntase una escampavía, que los seguiría a todas partes. Para optimizar esta fuerza se dispuso que la mitad de las unidades a flote se mantendrían navegando durante una quincena, transcurrido cuyo plazo serían relevadas por la otra mitad, de manera que las costas nunca quedasen sin vigilancia efectiva. La misión de los vapores era recorrer de parte a parte la porción de costa que les estaba encomendada, para acudir con presteza a cualquier punto donde se demandase su presencia. Por otro lado, eran los encargados de surtir de víveres y municiones al resto de los buques de su división (20). En los presupuestos del Estado para 1850 se destinaron al Servicio del Resguardo 7.441.374 reales, lo que evidenciaba la intención de incrementar su eficacia (21). El éxito en esta empresa quedó reflejado en la Gaceta de (19) Esta nueva reforma fue pilotada por Mariano Roca de Togores y Carrasco, marqués de Molins, quien asumió la cartera de Marina entre 1847-1849 y 1853-1854. (20) RD de 24 de mayo de 1850. (21) BORDEjé y MORENCOS, F.F. de: Crónica de la Marina española en el siglo xIx. Tomo I: 1800-1866. Editorial Naval, Madrid, 1993, p. 222. Año 2016 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 45


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