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«peregrino sueño». Un heterogéneo grupo compuesto por alguien aparentemente tan dispar como miembros de nuestras Fuerzas Armadas con hombres y mujeres procedentes de todas partes de nuestro territorio nacional (e incluso del Ecuador), de científicos de todas partes de España (e incluso de Bulgaria) y de Asociaciones de Amigos de todos los Caminos Jacobeos pero coincidentes en un objetivo común: abrazar al apóstol en su tumba en la catedral compostelana y agradecerle las fuerzas y oportunidad de haber podido realizar esta «I.ª Peregrinación Antártica». Como en la noche de Reyes Magos, con la misma inquietud que los chavales que esperan su regalo al día siguiente, nos fuimos a buscar nuestros sacos y a introducirnos en un sueño reparador, con la ilusión de lo que nos deparaba el siguiente día. El cansancio no nos permitió «disfrutar » del concierto nocturno, ¡Demos gracias al Apóstol también por la puntual «sordera»! Desde temprano los pies no paraban de moverse buscando la senda que nos llevaría a culminar la peregrinación y dar por finalizada esta «I.ª Peregrinación Antártica». Se unieron los últimos invitados a la marcha, nuestros amigos de Correos y los miembros del Instituto Geográfico Nacional (IGN). Por fin el Presidente de la FEAACS dio la orden de partida. Tras cinco kilómetros de Camino pisábamos ya las calles de Compostela, la ciudad ya bullía, gentes que fluían por las rúas en sus quehaceres diarios. El grupo vestía unas vistosas camisetas de color amarillo, donadas por Correos durante la cena; en su pecho lucía el logo distintivo, un círculo representando el globo terráqueo visto desde la zona polar antártica y un pingüino peregrino sonriente, un «pingüirino»; la Armada y el ET optaron, como seña de identificación institucional, entrar vistiendo sus uniformes de faena característicos. El Banderín ondeaba tras la cabecera del grupo radiaba energía en 360 grados. ¿Cómo íbamos a pasar inadvertidos? Advertidos por los medios de comunicación durante los días previos, la gente sabía perfectamente quiénes éramos y empatizaba con nosotros, nos paraba, nos abrazaba, sentían curiosidad por saber de nuestra aventura, se sorprendían al saber el punto de inicio de nuestra peregrinación porque, y debo reconocerlo, en ese momento, todos, absolutamente todos, habíamos salido desde la Isla Decepción, en la Antártida, cuatro meses antes. En la Alameda de Santiago nos esperaba la Directora de Turismo de la Xunta de Galicia y el Gerente del Xacobeo, recorrimos la Rúa dos Francos, hasta la plaza del Obradoiro, kilómetro Cero de las peregrinaciones, donde surgieron lágrimas, abrazos, sensaciones encontradas, todo ello recogido por una ingente cantidad de prensa que no daba a basto. Se había cumplido un sueño, surgido en el transcurso de una jornada de colaboración entre la FEAACS y el IGN, con la pretensión de cartografiar y difundir los Caminos a Santiago que recorren el territorio nacional, un sueño que enten- 26 BIP


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