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varias comisiones en buques que me permitieron no perder el contacto con la mar, nuestra razón de existir. De esta manera, estuve con el buque Galicia en la isla de Sumatra para ayudar en el tsunami; con el Pizarro transportando personal al Líbano, y con el petrolero Marqués de la Ensenada en una de las antiguas «STANAVFORMED». Accedí después, como dotación de quilla, al mayor buque hasta entonces construido por nuestra Armada: el Juan Carlos I. En estos años de embarque «en tierra», hasta su puesta en servicio, volví a pedir comisiones, teniendo la suerte esta vez de volver a «mi Hespérides», donde disfruté de nuevo con las maravillas de la Antártida. Tras la puesta en servicio del Juan Carlos I, estuve un año embarcado en Rota, durante el que tomé parte en un crucero de resistencia por todo el Mediterráneo y, nuevamente, solicité destino en el Hespérides para cumplir en él cinco campañas antárticas. Pudiera parecer que tras haber visto ya tantas veces el continente helado, a uno le dejaría indiferente… nada más lejos de la realidad. Volví a ilusionarme al ver el primer témpano como lo hice el primer día y, a día de hoy, ya en un definitivo destino de tierra por la edad, sigo echándolo de menos. En febrero de 2014 finalizaron para mí los barcos en la Armada y pasé destinado voluntario al Servicio de Atención al Soldado y al Marinero, destino en el que, a falta de tres años y poco para mi pase a la Reserva, aún continúo. Es un reto diferente, pero en definitiva, otro más. Han pasado muchos años y, a falta de poco tiempo para dejar la primera línea, pienso que me han faltado muchos retos que cumplir, muchos destinos en los que crecer como persona y como marino; pero si echo la vista atrás con calma y repaso mi vida militar, no puedo dejar de reconocer que, desde aquel lejano día de 1978 hasta el momento en que escribo estas líneas, si hay una palabra que pudiera aglutinar todo ese tiempo ésta sería «AVENTURA»; una aventura permanente sin asomo de rutina, de esa rutina que envejece a las personas y que las hace previsibles. He tenido suerte, mucha suerte de poder vivir mi vida en la mar y si algo quisiera que quedara aquí para los lectores, sería sin duda un impulso de ánimo, de no desfallecer, de perseverar en el intento, porque desde todos los puntos de vista, definitivamente, esta es una buena vida, llena de atractivos desafíos. CABO 1.º MANIOBRA, AMíLCAR MARTíNEZ-VILLA SALMERóN ! ¡A cubierta BIP 5 En la grúa de popa del Hespérides. En el puente de gobierno del Hespérides.


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