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REVISTA HISTORIA MILITAR 112

GUERRA, EJÉRCITO Y RELIGIÓN DURANTE EL PRINCIPADO DE CONSTANTINO 195 dencia dependían los «dioses menores», no se proclamó cristiano hasta el año 314. Aun contando con el favor del clero, hasta después de la derrota de Licinio en 324 no declaró que creía sólo en Cristo. Este cambio de posicio-namiento religioso sólo se comprende si se tiene presente que Licinio había hecho de su segunda guerra civil contra su cuñado Constantino como una contienda en la que se manifestaría cuál era el dios que otorgaba las victo-rias. La réplica a este mensaje fue el empleo del crismón como su emblema protector personal en el campo de batalla, cuyo uso se había extendido desde 314. Las tropas de Constantino comenzaron siendo mayoritariamente poli-teístas, y lo fueron hasta después de la conquista de Oriente. Fue entonces cuando Constantino dio los primeros pasos para fomentar la cristianización de sus soldados, si bien esta labor evangelizadora se redujo, por cuando permiten deducir las fuentes, a los comitatenses y protectores, y, dentro de ellos, a quienes tuvieran más alto grado. El cristianismo reveló ser un arma ideológica para motivar a los soldados a luchar tan convincente como el politeísmo, pero nunca impuso su religión, ni pretendió hacerlo. Al igual que había invocado la protección de los viejos dioses antes de 324, presentó desde entonces al Dios único de los cristianos como el mejor auxiliador en los combates, a juzgar por su experiencia personal. Esto no suponía un cam-bio en la vivencia religiosa, salvados algunos casos muy particulares: desde el punto de vista funcional, el lugar de los cultos consuetudinarios pasaba a estar ocupado por el cristianismo192. Pervivieron los ritos, pero fueron adecuados a las nuevas doctrinas: celebraciones colectivas en días señala-dos del año, el empleo apotropaico de los signa, los ruegos por la salud del emperador, e incluso la veneración religiosa de su persona (presencialmente o en imagen), en tanto que era considerada sagrada. El cristianismo, en cual-quier caso, pasó a ser un rasgo característico del principado de Constantino: gracias a él había vencido a sus adversarios y había logrado transmitir el Imperio a sus descendientes de modo hereditario. Y también lo fue de sus tropas, que le habían procurado el acceso al poder y su extensión después de sucesivas guerras civiles. En cualquier caso, la lealtad al emperador, sagrada en virtud de cualquier divinidad, primaba sobre las opiniones en materia de religión193. 192  SPADARO, Maria Dora: «La presenza», op. cit., pp. 140-149. 193  GABBA, Emilio: Per la storia, op. cit., pp. 99-100. Revista de Historia Militar, 120 (2016), pp. 195-198. ISSN: 0482-5748


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