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REVISTA HISTORIA MILITAR 112

222 CARLOS RILOVA JERICÓ Tampoco deseo entrar de nuevo en ese debate porque, por supuesto, prefiero aprovechar el espacio aún disponible en este artículo para hablar, aunque sea brevemente, de la parte que el general Castaños jugará en la séptima coalición contra el Napoleón de los «cien días». Comprobaremos que se trata de un papel que, en cierto modo, cierra el círculo que este mismo general había abierto con la batalla de Bailén en 1808 y está a la altura del de muchos otros generales de esa gran coalición –austriacos, británicos, rusos, prusianos, holando-belgas...– movilizados contra el fugitivo de Elba. Si buscamos información al respecto en el largo expediente personal del general Castaños, descubriremos que en el invierno de 1814-1815, pocas semanas antes de que lleguen noticias de la fuga de Napoleón, Fernando VII estaba extraordinariamente interesado en que el vencedor de Bailén se ocu-pase de delimitar la frontera catalana con los enviados del rey Luis XVIII y asimismo, y sobre todo, de calibrar el estado en el que se encontraban las principales plazas fronterizas de Cataluña49. Es difícil saber hasta qué punto Fernando VII, como muchos otros, sospechaba de una posible huida de Napoleón y preveía un resurgir impe-rial. Como comprobaremos en el último apartado de este trabajo, el espiona-je durante las guerras napoleónicas es un rincón bastante oscuro –tal vez por la propia naturaleza de esas operaciones– en el que rara vez hay suficiente luz como para esclarecer de manera más diáfana las razones de ese empeño de Fernando VII en enviar al general Castaños a un punto tan delicado del mapa de operaciones como la Capitanía General de Cataluña50. Lo único que sabemos de cierto es que tras un agrio tira y afloja –in-cluido un conato de arresto– entre el rey y el general, este último acabará accediendo a ir a Cataluña a cumplir la misión que Fernando VII le ha en-comendado y de la que él modestamente –o tal vez astutamente– se consi-deraba indigno. Al menos en tanto en cuanto el rey no admitiese darle un nombramiento de capitán general de esa región militar51. 49  Consúltese Archivo General de Palacio (desde aquí AGP) «Personas Célebres 8c exp. 3», carta de 14 de noviembre de 1814. 50  Uno de los más afamados espías de la época, y que dejará rastros importantes tras de sí, como Joaquín Gregorio de Goicoa, de quien nos ocuparemos en el apartado siguiente, será Charles-Louis Schulmeister, que en los años setenta del pasado siglo merecerá una serie de televisión e incluso una novela. O algo bastante similar. Para el caso específico del País Vasco de las guerras napoleónicas véase BERRUEZO: Op. cit. Sobre Schulmeister véase MAYRAN, Jacques: «Schulmeister, un espion bien tranquille», en Historia, n.º 315, 1973, pp. 110-115 y CAMREDON, Jean Claude; CLERC, Dominique: Schulmeister l´espion de l´empereur. Les douze prophètes d´or . Bibliothèque du Temps Présent. Paris, 1972. 51  Véase AGP «Personas Célebres 8c exp. 3», cartas de 16 y 17 de noviembre de 1814 y de 29 de enero de 1815. Revista de Historia Militar, 120 (2016), pp. 222-232. ISSN: 0482-5748


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