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REVISTA HISTORIA MILITAR 112

94 ENRIQUE GARCÍA CATALÁN ahora se les volvía a quitar para el establecimiento de cuarteles, hospitales y otras necesidades que requerían las circunstancias. La declaración del abad del monasterio de San Vicente dirigida al rey el 12 de mayo de 1832 es reveladora en este sentido: cuando se prometían volver a habitar su anti-guo edificio se encuentran con la novedad de que las tropas existentes en esta capital quieren ocuparlo... El colegio no desconoce la importancia de este servicio, al que se prestaría sin réplica, si estuviese en la esfera de lo posible ¿pero cómo ha de estarlo, si el edificio no contiene más que las ha-bitaciones indispensables para los religiosos? ¿Cómo ha de ceder... lo que es absolutamente necesario para sus habitaciones? Es justo que la parte sobrante de los edificios se destine al acuartelamiento de tropas, y demás que sea necesario, pero de ninguna manera lo es que se prive enteramente a sus dueños de lo que necesitan para si. Continuaba exponiendo las dificul-tades que el Ejército iba a encontrar para sacar provecho de un edificio don-de todavía no había cocina, despensa ni las demás oficinas indispensables, porque no tenía ni siquiera agua, que tenían que acarrear desde algún pozo o el río, y tampoco tenía escalera para comunicar la parte interior del claus-tro con las demás habitaciones, de suerte que dista mucho de servir para el uso a que quiere destinársele. Terminaba haciendo una súplica para que los militares respetasen su edificio asegurando que veinte y tres años ha que vivimos fuera de nuestra casa; y cuando a fuerza de mil afanes habíamos logrado reparar una pequeña parte de las ruinas causadas por el enemigo; cuando esperábamos después de tanto tiempo, y tantos trabajos, volver en breve a la morada de nuestros padres, nos hallamos nuevamente expuestos a perderlo todo, y hasta la esperanza misma de volver... no permita V.M. que sus fidelísimos vasallos, los individuos de San Vicente, sufran este nuevo desastre después de tantos otros como han sufrido. Así lo esperamos de esa bondad augusta12. Las súplicas no fueron atendidas y el monasterio de San Vicente fue utilizado como almacén de pólvora. Además, el capitán de Castilla la Vieja quiso ubicar allí un cuartel, pero entonces el Ayuntamiento estaba interesado en especular con la piedra del edificio y convenció a la autoridad militar para que desistiera del proyecto. A pesar de ser uno de los mejores puntos de la ciudad para instalar una fortificación, como lo había demostrado durante la Guerra de la Independencia, el Ayuntamiento aseguró que no sería el medio más conveniente para defender a la población. Por otro lado, el Consistorio tampoco ofreció colaboración económica para cubrir la crecida suma que había que invertir en rehabilitarlo. Finalmente el capitán desistió y se perdió 12  A.G.M.S. Sección 3, División 3, Legajos. 145, 504 y 681. Revista de Historia Militar, 120 (2016), pp. 94-126. ISSN: 0482-5748


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