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LA LEGION 537

Colaboraciones<< MEDIO DESPUÉS D. Alfonso Casero Santiago Cabo 1º VII Bandera SIGLO Casi medio siglo después dos legionarios vuelven a encontrarse en el día de la celebración de la Inmaculada Concepción, Patrona de la Infantería española. Es posible que fuera la casualidad. Así lo creo. ¿Que es interesante? No me cabe la menor duda. Pero la historia merece la pena ser contada. Este día, venía un señor que fue legionario en Smara en 1965. Joseph Pratts, inglés, aunque al parecer salió huyendo de Inglaterra, pero “nada importa su vida anterior”. Estuvo en la 4ª Compañía de la VII Bandera del Tercio “D. Juan de Austria” entre 1965 y 1968 prestando su servicio en la escuadra de gastadores. Bajé a buscarlo. El hombre venía silla de ruedas, vestía camisa legionaria y gorrillo. Le acompañaban su esposa, su hija, su yerno y tres nietos. Ahora viven en Gibraltar: -Español, eh Casero. Gibraltar es español, – afi rmó y seguidamente añadió- Vamos, vamos. Aunque también viven ingleses y monos. Lo senté en la tribuna, donde les habíamos reservado sitio, y fui a ver al páter, a quien siempre me gusta saludar detrás de las tribunas durante los actos. En el trayecto me topé con otro señor mayor. También vestía camisa legionaria y gorrillo. Yo tengo las patas largas, pero la lengua más. Me dirigí a él: - Caballero, buenos días. - Buenos días mi primero. El señor, con sus setenta y muchos, se me cuadró con el vigor que, aunque esté feo decirlo, hacía tiempo que no veía en un lejía. -¿En qué Tercio estuvo usted? -En el Tercero –contestó -. -¿En qué año, caballero? -En el 65. ¡Vaya sorpresa! - ¿Cómo se llama usted? - Yo soy el cabo Manuel Díaz, - me dijo-. El chiste estaba cantado: -¿El Cordobés? Sonrió y contestó: -Ese tiene menos valor que yo. Para todo el mundo he sido el “cabo Torremolinos”. A todo esto el señor permanecía en posición de fi rmes. Recordó: -Yo estaba en la 1ª Compañía de la VII Bandera. Le pregunté si mantenía contacto con alguno de aquella época. Se le saltaron dos lagrimones, y añadió: -Hace cincuenta y un años que no he tenido contacto con nadie. Por unas cosas u otras y con la edad que tengo… me muero sin ver si queda alguno o si soy yo el último. Como si de algo se hubiera percatado, comentó que su película preferida era Aladdin. Yo, que siento debilidad por el genio y los deseos, le dije: -¿Y si yo le traigo a uno de esa época? - ¿Para Edchera? Le contesté: -No. ¡Para ya! Ahí la verdad es que me pasé pues, se puso blanco y creí que la patata se rajaba. Pero no. Se repuso y dijo: -¿Dónde hay que ir? ¿Quién es? Casi más nervioso yo que él, contesté: - José Prats. - “Pepe el guiri”. ¿Dónde está? -Vamos. El encuentro del cabo Torremolinos, en la tribuna número 5, con “Pepe el guiri” después de cincuenta y un años, fue un espectáculo. El Policía militar que controlaba la zona, consciente del episodio, no les llamó al orden por el alboroto montado y el resto de los espectadores también lo entendieron, no hubo ni un “shssss” reclamando silencio. Lloraron los dos, bueno los tres, que a mí también se me escapó alguna lágrima al ver cómo dos tíos que solo han compartido tres años de su vida, después de más de medio siglo sin verse se abrazaban y se contaban cosas como si llevarán siendo vecinos toda la vida. Decía el legionario Polvillo, que los años servidos en La Legión son como los años que cumplen los perros, que cada año es como siete en un humano. Pues algo así. Cantaron, saludaron, y disfrutaron. Vi en los dos, los doce Espíritus del Credo. Miradas ardientes en cuerpos marchitos cuando entonamos “El Novio de la Muerte”. -¿Te acuerdas Pepe? -¡Si mi cabo! -Cantábamos masticando la seca arena de Smara, que sabía a rancio. ¿Te acuerdas Pepe? -¡Si mi cabo! No preguntaron por ningún otro de aquella época. Creo que temiendo que ya estuviesen todos menos ellos dos con “tan leal compañera”. Fuimos a comer con la Bandera. El teniente coronel, inmenso - aparte de que es tela de largo-, les dejó hacer el Brindis legionario y la gente les siguió y les aplaudió. Ellos se vieron entre iguales, retrocedieron cincuenta años y a todos nos dieron el testimonio y la lección de vida, de vida legionaria, que es atemporal, de una amistad eterna. Por encima de todo bendecida con mediación de la Inmaculada. Porque, que éstos dos estuviesen y se encontrasen hoy, no ha sido casualidad. Buenas noches y disculpen la hora, pero no quisiera acostarme hoy sin compartir esto. 537 · IV-2016 43 La Legión


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