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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2017

RUMBO A LA VIDA MARINA En esta foto del doctor Valledor se muestran sendas conchas de unas orejas de mar de su colección de gasterópodos. Obsérvese la delicadeza y esplendor del nácar que fabrican en la cara interna de la concha. personal al autor de este artículo), solo podría explicarse si admitimos que una parte considerable de los demás pobladores del bentos tiene la facultad de percibir los colores por medio de los sentidos del olfato y del gusto, explicación que, para un profano en la materia, puede resultar más un asunto de meigas que de la realidad que nos permite contemplar sentidos como los de muchos reptiles que «ven» a través de su lengua bífida y del llamado órgano de Yacobson, o los de la ecolocación de murciélagos, cetáceos, vencejos y guácharos que, a modo de perfectos radares, convierten el sonido en imagen instantáneamente. En definitiva, añade Valledor en un acto de humildad científica: «Nadie sabe nada de nada, y aun esto tampoco se sabe con certeza». Y si el periostraco o exterior de muchas conchas, tan barroco y preciosista, podría parecer, en pura lógica, que tendría que estar destinado a deslumbrar a los demás pobladores de la mar (aunque no entendamos cómo), el endostraco o interior de esta intrincada arquitectura caliza se presenta en muchas especies tapizado por una de las sustancias más bellas que ha concebido la naturaleza, el nácar, cuyo primer objetivo es formar una especie de colchón, un suelo ideal, liso, pulido y sin rugosidades, sobre el que pueda estar en contacto, a salvo de abrasiones, el cuerpo viscoso, fofo y blandengue de unos moluscos que son tan febles y desleíbles porque se saben protegidos por una o por dos conchas externas. Pero no para ahí la utilidad de la capa de nácar, dado que los moluscos marinos, como todos los seres vivos, pueden ser víctimas de multitud de pará- 296 Marzo


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