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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA CERVANTES

SEMBLANZA DE MIGUEL DE CERVANTES, GENIO DE LAS LETRAS… 27 Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2016, pp. 27-46. ISSN: 0482-5748 Cervantes escritor El hecho es que Cervantes necesitaba acuciadamente conseguir in-gresos económicos para mantenerse, él y su familia, y para pagar las deudas contraídas por su rescate; al no concederle un cargo en la Administración solo le queda una posibilidad: el teatro. En efecto de todos los géneros lite-rarios este es el único que permitía a un escritor obtener de inmediato dinero en metálico. Los años en que Miguel estuvo ausente son decisivos para el desarrollo de la escena española; las representaciones de obras dramáticas se convierten en una actividad constante y llega a ser el entretenimiento más popular de la Corte. Los actores se organizan en compañías estables que para desarrollar su arte y satisfacer los deseos de los numerosos espec-tadores que, asistentes asiduos de los nuevos locales destinados ex profeso a montajes teatrales, solicitan incesantemente a los poetas que les escriban obras. Cervantes en el prólogo de su libro Ocho comedias y ocho entreme-ses, publicado en 1615, alude a este primer momento del teatro español y a sus primeros pasos como autor de comedias cuando, tras esbozar una peque-ña historia de la escena, dice: «Y esto es verdad que no se me puede contradecir, y aquí entra el salir yo de los límites de mi llaneza: que se vieron en los teatros de Madrid repre-sentar Los tratos de Argel, que yo compuse; La destruición de Numancia y La batalla naval, donde me atreví a reducir las comedias a tres jornadas, de cinco que tenían; mostré, o, por mejor decir, fui el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales al teatro, con general y gustoso aplauso de los oyentes; compuse en este tiempo hasta veinte comedias, o treinta, que todas ellas se recitaron sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza; corrieron su carrera sin silbos, gritas ni barahúndas. Tuve otras cosas en que ocupar-me; dejé la pluma y las comedias...»4. En efecto antes de publicar su primera obra probó fortuna en el teatro aunque parece ser que sus comedias pasaron sin pena ni gloria y, probable-mente para dar más valor a su afirmación, exagera el número de las que se escribieron y representaron en estos años; otras obras de su primera época se han perdido aunque conocemos los títulos. Cuando intenta volver a la escena, mucho tiempo después, nadie quiere estrenar sus comedias por ser distintas a las que entonces gustaban pero, pese a ese rechazo, las publica 4  Vid. Miguel de Cervantes, La gran sultana. El laberinto de amor, Edic., Introd. y notas de Florencio Sevilla Arroyo y Antonio Rey Hazas, Madrid, Alianza, 1998, (Cervantes Completo, XV), p.12.


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