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391 ofreciendo al visitante, si quería beber algo, café o agua. Únicamente. Era la austeridad y el civismo, la inteligencia y la sabiduría. Cuando tuve el honor de que acudiera a alguna de mis conferencias, le contemplé siempre en primera fila, sonriendo, transmitiendo toda su simpatía y afecto, lleno de comprensión y de empatía. Un gran amigo de España, y un constructor de democracia y de libertad. Chile es también uno de los más distinguidos integrantes de la Comunidad Hispánica de Naciones, un pueblo hermano, y uno de los destinos preferentes de los ciudadanos españoles que, a lo largo de los pasados años, han decidido abandonar nuestra patria para instalarse en medio de una sociedad en donde han recibido una acogida genuinamente fraterna. Un país al que muchos españoles miran hoy con sentida gratitud. Por todos los conceptos, pues, Chile es una nación cuyo destino exige una muy preferente atención por parte de España. Historia e identidad compartidas, y una relación entre nuestros pueblos de sentida simpatía y cercanía serían ya motivos suficientes como para que la comunidad científica española dedicase una atención preferente a esta nación de grandes creadores, de espíritus sensibles en la reflexión. Pero, igualmente, Chile es un país de una importancia estratégica formidable, como dice Robert Kaplan reproduciendo el comentario siempre atribuido a Henry Kissinger «un puñal clavado en el corazón de la Antártida»2. Su presencia por derecho propio en el continente helado, o su longitud costera en el Pacífico, comparable a todos los grandes gigantes estratégicos a ambos lados del océano, ofrece motivos geopolíticos suficientes como para examinar su singularidad con especial detenimiento. Pero su papel político, como gran, fiable y permanente democracia en una región afectada por el vendaval populista, hoy en retroceso tras el último proceso presidencial argentino, y en plena crisis final del chavismo, ha desempeñado un insustituible rol internacional equilibrador esencial a la paz y a la convivencia en una región del mundo vital y pujante, futuro y necesario arsenal humano de la democracia y, en el supuesto de España, esencial a su propia identidad. El proceso de transformación democrática chilena es modélico en cuanto a su rigor y profundidad en un contexto regional en ocasiones hostil, o muy hostil, por motivos geográficos o históricos. Todos los países vecinos a Chile mantienen reivindicaciones territoriales sobre su territorio. Y la extraordinaria diplomacia chilena, que a los españoles 2 KAPLAN, R.: La venganza de la geografía. Cómo los mapas condicionan el destino de las naciones. Barcelona. 2013, p. 134. bie3 Chile: la madurez de una democracia Enrique San Miguel Pérez Documento de Opinión 103/2016 3


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