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395 Crecimiento con equidad y creatividad: el desarrollo humano sigue siendo el nombre de la paz Pero la mística no discurre en solitario. El restablecimiento del régimen democrático se sustentó sobre un ambicioso programa de reformas sociales. El senador Ignacio Walker, antiguo ministro de Exteriores, magnífico político e intelectual formado en Princeton, dedicó su tesis doctoral al horizonte de la democracia en América Latina para demostrar que los regímenes políticos más asentados, los de países como Uruguay o Chile, se sustentan sobre un porcentaje de clase media que rebasa el 80% del conjunto de la población6. La vida cívica, las inquietudes culturales, los hábitos de vida, el sentido del respeto y de la convivencia, presiden la vida ordinaria de una sociedad muy dinámica, instalada en la cultura del trabajo, denotada por su seriedad, su educación, y su sentido de eso que todavía la generación de mis abuelos denominaba «formalidad». Pero no nos encontramos ante una sociedad rígida o severa. La cultura chilena, que había producido figuras tan universales como Gabriela Mistral, Violeta y Nicanor Parra, Pablo Neruda, José Donoso o Gonzalo Rojas, disfruta de nuevas presencias contemporáneas que están denotadas por la vitalidad de su nueva narrativa, con figuras como Alberto Fuguet o Alejandro Zambra. Igualmente, es obligado señalar la extraordinaria calidad de su cinematografía que contaba con grandes nombres como Raúl Ruiz, ya fallecido, o Patricio Guzmán, todavía en plena madurez creativa, y que suma ahora a figuras como Pablo Larraín o Andrés Wood. Cuando se considera el todavía limitado potencial demográfico de un país que, a pesar de su portentosa configuración geográfica y extensión desde el corazón de la costa del Pacífico sudamericano hasta la Antártida, no llega a los 18 millones de habitantes, esa creatividad resulta verdaderamente extraordinaria. El desarrollo del sistema de partidos, igualmente, muy notable con anterioridad al golpe de Pinochet en 1973, y de nuevo consolidado tras el restablecimiento de la democracia, y la consiguiente ampliación de sus bases políticas, siempre capaces de integrar a nuevos contingentes sociales7, vendría a completar los perfiles definidores de una democracia avanzada, institucionalmente consolidada, delimitada por el rigor y la 6 WALKER, I.: La Democracia en América Latina. Entre la esperanza y la desesperanza. Santiago de Chile. 2004, p. 204. 7 YOCELEVZKY R., R. A.: Chile; partidos políticos, democracia y dictadura 1970-1990. Santiago de Chile. 2002, pp. 26 y ss. bie3 Chile: la madurez de una democracia Enrique San Miguel Pérez Documento de Opinión 103/2016 7


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