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398 Claudio Orrego Vicuña, mantenía que «un mundo posible es un mundo de amor y de amistad»13. Que en un contexto de negación de los derechos y las libertades fundamentales, uno de los más prometedores hombres públicos de una nación definiera el futuro de las relaciones internacionales en clave de paz y de cooperación, y lo definiera en términos cálidos e inequívocos, revela la profundidad e integridad de la convicción de una sociedad en su compromiso con un horizonte de construcción compartida. El sentido de la capacidad de los poderes públicos para asumir la defensa del bien común, pero dentro de la histórica lógica definida por Jacques Maritain en El hombre y el Estado en donde «no es el hombre para el Estado, sino el Estado para el hombre», inspira decisivamente el concepto chileno de la institucionalidad democrática y, con esa base, de las relaciones internacionales como espacio natural para la paz y la cooperación entre los pueblos. Una gran jurista y estadista chilena, Soledad Alvear, que desde 1990 ostentó sucesivos ministerios, primero en el Semam, después en Justicia y, finalmente, en Asuntos Exteriores, habría de dar espléndida forma institucional a la inquietud en la reflexión desde el análisis14. Pero institucionalidad significa, también, reconocer la contribución a la nación de todas las fuerzas que la integran, sociales, militares, culturales o religiosas. El Día Nacional de la Solidaridad rinde testimonio de homenaje a san Alberto Hurtado, un sacerdote jesuita que se distinguió por la recogida de los niños de la calle en el Santiago del segundo cuarto del siglo XX, prematuramente fallecido casi una década antes del comienzo de un Concilio Vaticano II en el que la muy brillante participación de obispos chilenos como Manuel Larraín o Raúl Silva Henríquez habría de posibilitar la proyección de su pensamiento y de su testimonio en todo el mundo15. La muy desarrollada sensibilidad institucional de Chile, probablemente consecuencia de la naturaleza todavía reciente de su vigente experiencia constitucional, y la profundidad de su cultura jurídica, es la base del despliegue de una cultura pública profundamente impregnada de humanismo, de sentido de los derechos y libertades fundamentales, de justicia y de paz. Y el 21 de mayo de 1993, en su mensaje presidencial al Congreso 13 ORREGO VICUÑA, C.: El Desafío Político de Puebla. Reflexiones de un Laico para Laicos. Santiago de Chile. 2002, p. 101. 14 ALVEAR V., M. S.: «Maritain, el hombre y el Estado». Revista del Instituto Chileno de Estudios Humanísticos 5, pp. 131-140. Santiago de Chile, marzo 2005, pp. 135 y ss. 15 SILVA HENRÍQUEZ, Cardenal R.: Memorias. Tomo II. Santiago de Chile. 1991, pp. 34 y ss. bie3 Chile: la madurez de una democracia Enrique San Miguel Pérez Documento de Opinión 103/2016 10


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