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927 que se encuadra dentro de esta segunda fase de evolución de las sociedades políticas, porque la resultante sigue siendo Estado en la medida en que se enfrenta a otros Estados continentales (p.ej.: China o Japón). No obstante puede considerarse que abre el camino hacia una tercera fase: la posestatal. Elementos implicados en la génesis de los Estados La tesis que se sostiene aquí es que este tipo de sociedad política —Estado— surge del encuentro físico de al menos dos protoestados. Cuando tal cosa sucede, y ambas estructuras prevalecen, se origina en su seno la aparición de la capa cortical, que era la que faltaba para completar el cuerpo político. Esta aportación del materialismo es de una potencia que sobrecoge; es indudable que la estructura social distribuida en capas se visualiza con gran facilidad en la mente del analista, y ofrece un «carta de navegación» con precisos ejes coordenados para situarnos. Observando esta estructura de capas resulta fácil comprender que es en las fluctuantes líneas fronterizas entre ambas sociedades —en las que interaccionan sus capas corticales— donde se produce la reacción y la génesis consecuente. O sea que, la interacción entre protoestados provoca que desarrollen una capa cortical a fin de sobrevivir al «enfrentamiento». Al aparecer esta tercera capa se completará el cuerpo característico de las sociedades políticas históricas; un cuerpo de tres capas: basal, conjuntiva y cortical. Solo cuando quedan desplegadas las tres capas del cuerpo político se dan las condiciones para que pueda aparecer algo similar al concepto de soberanía, medida en y desde una perspectiva temporal-histórica y cuyo contenido es el propio patrimonio cultural de la sociedad política ya desarrollada y que continúa con su evolución en esta nueva forma. Si admitimos estas proposiciones podemos asegurar, con un silogismo simple, que esta forma de construcción y desenvolvimiento de estructuras es la que determina la construcción del Estado. Les quitamos, pues, la razón a los que aseveran que es la propiedad privada —en el sentido de Morgan o de Fried; o en el sentido de Marx o de Engels— la que determina el Estado. Más bien todo lo contrario; si asumimos estas propuestas del materialismo filosófico habremos de concluir que es el Estado el que determina la propiedad privada (entre otras muchas cosas). Imposible dudar de la extrema relevancia de esta afirmación. Se infiere —hecho de máxima importancia— que será el análisis de lo que suceda en la capa cortical el que bie3 El acoso a los Estados en el siglo XXI: sociedades y estructuras Fco. Benavente Meléndez de Arvas Documento Marco 22/2016 11


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