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REVISTA ESPAÑOLA DEFENSA MAYO 2017

Un equipo de intervención, con la máxima protección, trasvasa un producto tóxico desde el depósito afectado por las inundaciones. gicas y Medioambientales (GIETMA) que, junto al Regimiento NBQ nº1 de Valencia, realizó un reconocimiento del área afectada. Utilizaron infrarrojos para conocer el alcance de la nube tóxica y señalizaron la zona contaminada para que nadie accediera a ella sin el nivel de protección adecuado. Al mismo tiempo, un equipo refrigeraba el depósito incendiado, otro, con trajes de máxima protección, trasvasaba el producto tóxico hasta unas cisternas preparadas para sacarlo de allí, y un tercero tomaba muestras de un producto desconocido. Los intervinientes contaron con la ayuda de un robot capaz de detectar el nivel de contaminación y así saber qué tipo de protección debían utilizar los militares. El despliegue contó con áreas de descontaminación de vehículos, personas y material sensible. «Nada ni nadie puede salir de aquí sin haber sido descontaminado », puntualizaba el capitán Álvarez de Lara. Para las personas había una estación con un túnel central de 60 metros de largo en el que se realizó la asistencia sanitaria y la descontaminación a los afectados —algunos con movilidad reducida— hasta que pudieran ser evacuados. «Si a un herido se le descontamina pero no se le cura, podría morir; y si sólo se le trata pero no se le descontamina, esa mis- BIENES CULTURALES Uno de los escenarios del simulacro era la Feria de Muestras de Torrelavega donde la gran cantidad de agua acumulada había hecho ceder una chimenea de 48 metros considerada patrimonio industrial. La estructura presentaba una fisura que podía agrandarse y terminar derribándola. Que esto no ocurriera era misión de un equipo USAR (Urban Search and Rescue) de la UME formado por 19 militares del V Batallón de Intervención en Emergencias, 23 bomberos de Cuenca, Salamanca, Badajoz, Bilbao, Santander y Torrelavega, seis técnicos de patrimonio y dos geólogos. Los especialistas en técnicas de rescate vertical, colgados de cuerdas, estabilizaron la chimenea colocando un anillo de madera que apretaron con cintas de amarrar. «La mayor dificultad es la altura de la chimenea —explicaba el capitán Roberto García—. Habitualmente intervenimos con torres más bajas a las que podemos acceder con grúas». En otro de los escenarios, 27 USAR se afanaban en salvar a las personas atrapadas en un derrumbe. Algunos elevaban, con la ayuda de un bípode, un peso de 1.600 kilos que aplastaba a un vecino; otros, con dos cojines neumáticos, sujetaban un hueco de vía para permitir a los sanitarios acceder a las víctimas. En la misma zona, los militares realizaban un corte limpio en un muro. «Utilizamos la figura del triángulo que es la que más estabilidad nos da a la hora de hacer un corte tanto en vertical como en horizontal. Es la que mejor reparte las cargas y la que menos esfuerzo requiere», explicaba el brigada Diego Fernández. Además, los miembros de la UME introdujeron una cámara por un agujero —búsqueda técnica— para contactar visualmente con otras víctimas y que los servicios médicos conocieran su estado. Cerca de allí, un depósito de cloro presentaba una fuga, unas conducciones de hidrógeno se habían roto y se había declarado un incendio en un almacén de fuel. La dimensión de la catástrofe hizo necesaria la participación del Grupo de Intervención en Emergencias Tecnoló- En el ejercicio participaron 3.000 personas de distintos organismos 38 Revista Española de Defensa Mayo 2017


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