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BOLETIN IEEE 5

155 Por riqueza, desarrollo y población el Imperio chino podía haber disputado la primacía a las monarquías europeas durante los primeros tres siglos de expansión y dominio mundial de estas últimas, pero no lo hizo porque se aisló voluntariamente del contexto global y se limitó a dominar su entorno inmediato, cerrado y autosuficiente. En el siglo XIX China, el país del centro, con una historia milenaria de supremacía de su civilización, se vio humillada por Occidente y ahora quiere asegurarse de que nadie le pueda volver a imponer su voluntad y de que su dignidad nacional sea respetada. Incluso si China quisiera volver a aislarse en un espacio autosuficiente, ese sería en adelante la totalidad del planeta sin cuyos recursos no puede sostenerse un país donde vive un sexto de la población mundial. El conjunto de factores descrito combinado con las propias debilidades que Occidente está poniendo de manifiesto con el auge de los populismos, el Brexit, la falta de impulso en su conjunto al proyecto de la Unión Europea y los interrogantes de la nueva presidencia norteamericana han propiciado tiempos de gran incertidumbre donde parecen cuestionarse algunos de los pilares sobre los que se había construido el orden internacional configurado tras el final de la Segunda Guerra Mundial. En dicho sentido el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres afirma en su Strategic Survey 2016 que «los cimientos del orden global se están debilitando alarmantemente», que «la política exterior se está convirtiendo en una rama de la psicología» y que «se está renacionalizando la gestión de crisis»5. Aunque haya diversidad de opiniones en relación con el futuro desarrollo de China y nunca pueda descartarse un colapso interno, es razonable prever que dentro de una década haya un orden mundial presidido por dos superpotencias China y Estados Unidos, equilibrado por otras tantas potencias de segundo orden: Japón, la India, Rusia y la Unión Europea, estas últimas todas ellas con sus puntos fuertes y sus puntos débiles. La India lógicamente será un aliado natural de Estados Unidos y un rival de China; Japón para reivindicar su papel real como tercera potencia más rica del planeta tenderá a tener una posición cada vez más independiente de Estados Unidos; Rusia, sin una economía que respalde sus ambiciones de poder —si no llega a sufrir una grave crisis interna que la descartaría como potencia—, se convertirá en un comodín determinante a favor de una o de la otra de las superpotencias. Una alianza ruso-norteamericana dará lugar a un 5 The International Institute for Strategic Studies (IISS), Strategic Survey 2016, 27 de septiembre de 2016, p. 9. bie3 >ĂŐĞŽƉŽůşƚŝĐĂŚĂǀƵĞůƚŽƉĂƌĂƋƵĞĚĂƌƐĞ :ŽƐĠWĂƌĚŽĚĞ^ĂŶƚĂLJĂŶĂ'ſŵĞnjĚĞKůĞĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϬϲͬϮϬϭϳ ϴ


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