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352 sobreponerse a circunstancias y condiciones de vida muy adversas caracteriza a una sociedad muy dada a los extremos: con un lado, sensible al arte, generoso, estoico y, con otro, cosaco, primario, rudo y heroico. Crecientes diferencias entre la Federación Rusa y Occidente Cuando cayó el muro de Berlín los países occidentales aplicaron con los países de la Europa del Este el principio de integración que tanto éxito había dado en Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial. La incorporación de aquellos países a la Unión Europea y a la OTAN suponía la extensión del espacio de seguridad y de bienestar a los países a los que la Unión Soviética había impuesto su modelo y su dominio tras haberlos ocupado al final de la gran contienda. No era posible aplicar el mismo principio a la Federación Rusa. Había un problema de proporciones. Sin embargo, la prioridad estratégica era Rusia. Era esencial desactivar la amenaza rusa para poder pasar página y clausurar definitivamente la Guerra Fría. Con dicho fin desde los Estados Unidos y la Unión Europea se impulsó una política dirigida a facilitar la democratización del gran vecino del Este, el desarrollo de la economía de mercado y la implantación en su sociedad de los valores occidentales, de modo que Rusia quedara incorporado al orden liberal global. Inicialmente, la población rusa, plenamente consciente de la abrumadora superioridad del modelo de vida occidental en relación con lo que había sido su existencia en la Unión Soviética, abrazó con entusiasmo la occidentalización de su sociedad, esperando con ello poder disfrutar también de las ventajas materiales de los países de Europa occidental. Álvaro Gil-Robles comenta en dicho sentido: «yo mismo fui testigo en aquellos años, del entusiasmo que reinaba entre los rusos con la esperanza de que se les abriera la puerta a los éxitos y al desarrollo de Occidente, a la sociedad del bienestar, al tiempo que a una verdadera democracia». Sin embargo, antes de acabar la década, en 1999, la situación general de la sociedad y la nación rusas no podía ser más desalentadora: la situación era de auténtico colapso económico. Un país que albergaba las mayores reservas europeas de petróleo se vio obligado a racionar los combustibles para calefacción, e incluso volvieron a repetirse los problemas de abastecimiento de productos básicos que se produjeron en los años ochenta. El frágil gobierno de Yeltsin, abocado al impago de su deuda exterior y con problemas para sufragar pensiones, subsidios y salarios del sector público, se vio bie3 ,ŝƐƚŽƌŝĂ͕ŝĚĞŶƚŝĚĂĚLJĞƐƚƌĂƚĞŐŝĂĞŶůĂ&ĞĚĞƌĂĐŝſŶZƵƐĂ :ŽƐĠWĂƌĚŽĚĞ^ĂŶƚĂLJĂŶĂ'ſŵĞnjĚĞKůĞĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϭϲͬϮϬϭϳ ϴ


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