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18 ANA ARRANZ GUZMÁN otra manera, tuvieron un claro reflejo en los preceptos jurídico-militares espigados en diferentes fueros municipales, constituyendo la fuente documental principal para cualquier análisis sobre nuestro primario Derecho Militar con anterioridad al siglo XII. No obstante, sería a partir de esta centuria y más aún desde los reinados de Fernando III (1217/1230-1252) y de su hijo Alfonso X (1252-1284) cuando se asistiría a su auténtico desarrollo, como elemento singular de la madurez alcanzada por la Corona de Castilla; una madurez imposible de desligar del fortalecimiento de sus ejércitos, gracias al gradual incremento de sus efectivos y a una organización cada vez más compleja4. La victoria de las Navas de Tolosa en 1212 había abierto con anterioridad las puertas del valle del Guadalquivir a los cristianos5. A tan favorable circunstancia han de unirse, además, las generadas por la progresiva descomposición del imperio almohade, así como los beneficios derivados de la unión definitiva entre Castilla y León con Fernando III para entender en toda su amplitud el gran avance reconquistador que se produjo a lo largo del siglo XIII y, con ello, la necesidad de regular las instituciones militares6. Tras esta centuria, y hasta la toma de Granada, se asistió a un profundo cambio, cuyo reflejo más relevante en la documentación se observa en las actas de Cortes. Es en ellas, sobre todo, donde se observa con nitidez hasta qué punto la capacidad de movilización general y de organización y mando de las tropas era competencia exclusiva de los monarcas. Porque, aunque la función de jefatura militar siempre había aparecido como una competencia del rey, sería a partir de la Baja Edad Media cuando los sucesivos monarcas fueron plenamente conscientes de que había sido su ostentación lo que les había permitido ir consolidando su poder político efectivo o, al menos, la mayor parte del mismo. Los orígenes del Ejército Real, profesional y permanente son muy tardíos. No obstante, en las tres últimas centurias medievales se encuentran 4  Una profunda visión sobre la trayectoria general de ambos monarcas en Ballesteros Beretta, Antonio: Alfonso X el Sabio, Madrid-Barcelona, 1964; González González, Julio: Reinado y diplomas de Fernando III, Córdoba, 1983-1986, 3 vols.; González Jiménez, Manuel: Alfonso X (1252-1284), Palencia, 1993; González Jiménez, Manuel y Carmona Ruiz, Mª Antonia:Documentación e itinerario de Alfonso X el Sabio, Sevilla, 2012. 5  Al igual que en el caso anterior la bibliografía existente sobre esta famosa batalla es inmensa, por lo que me limitaré a mencionar alguna de las últimas publicaciones, que recogen con exhaustividad el conjunto de los trabajos publicados con anterioridad sobre el tema: García Fitz, Francisco: Las Navas de Tolosa, Barcelona, 2005; Alvira Cabrer, Martín: Las Navas de Tolosa 1212. Idea, liturgia y memoria de la batalla, Madrid, 2012. 6  En este sentido, hace ya mucho tiempo que el conde de Clonard señaló cómo fue a partir del reinado de Fernando III cuando la regulación de dichas instituciones empezó a adquirir una destacada autonomía jurídica y, aunque las leyes de la milicia no consiguieron todavía formar un cuerpo separado de los códigos civiles y criminales, “se perfeccionaron considerablemente”, Ob. Cit, t. I, p. 372. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2017, pp. 18-58. ISSN: 0482-5748


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