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LEGION 542

Colaboraciones<< Actividades << LA PRUDENCIA DEL SANTO REY FERNANDO D. Francisco José Cañizares Ruiz. Subteniente de la Bandera deZapadores San Fernando fue aquel siervo prudente y fi el, que la providencia puso al frente del Reino de Castilla para que diera sus talentos a tiempo. A los ingenieros les legó un lema: “Fortaleza, lealtad y valor”. La prudencia es el conocimiento de lo que debemos acoger o desechar. Es aplicar la razón en el obrar, con el recto uso de la voluntad. San Fernando busca lo bueno, mide cualquier situación y todo su obrar. Prudente no es el que sabe arreglárselas para sacar el máximo provecho para sí, sino quien acierta a edifi car su existencia según la voz de la conciencia y las exigencias de la moral. La prudencia es la clave para que cada uno realice la tarea fundamental que ha recibido y al mismo tiempo, crezca como persona. La prudencia necesita de tres actos, que deben coincidir con las etapas de una buena decisión: 1. Conocer la realidad con claridad y adquirir unos principios morales, a cuya luz deben encauzarse las acciones. Este conocimiento se incrementa con la formación, por la memoria del pasado vivido y por el buen asesoramiento de personas justas. 2. El segundo paso es el juicio práctico, es conseguir que el juicio sea la materialización de lo que se piensa. 3. Finalmente la voluntad, que ha de empujar la acción concreta que desee hacer, o a abstenerse de llevar a cabo. No es prudente, la persona que sopesa indefi nidamente los pros y los contras de una actuación concreta, sin llegar a nada; sino aquella que cuando ha estudiado sufi cientemente una cuestión, elige la solución más conveniente y se lanza sin retardos a resolverla, con ciega y feroz acometividad, hasta llegar a la bayoneta. Aunque parezca un proceso largo aplicar estas reglas de la prudencia, San Fernando estaba habituado y actuaba rápido. El Rey Santo actúa con naturalidad, por una fuerza de una especial familiaridad con las acciones virtuosas. Con el primer paso, para adquirir prudencia está el reconocimiento de la propia limitación, o la virtud de la humildad. San Fernando fue humilde hasta el fi nal, ya moribundo se desprendió de su ropaje de monarca y envuelto en cenizas, viéndose un simple pecador como todos, imploró la misericordia de Dios. Supo admitir que, en determinadas cuestiones, no se llega a todo, que no podemos abarcar la totalidad de las circunstancias a la hora de enjuiciar cualquier cosa. La coherencia es la nota característica del segundo acto de la prudencia. El que no toma con libertad una norma recta de conducta, tarde o temprano se verá manejado por otro, vivirá en la indolencia, como un parásito, sujeto a lo que determinen los demás. San Fernando detesta la ligereza, la desidia, la comodidad, el peso de antiguos hábitos, la erupción del capricho, el miedo a comprometerse, el pensar que todo el mundo se comporta de una determinada manera, o quizá la amargura de antiguos fracasos, como la del Rey Alfonso VII “el Emperador”, que se decidió por la conquista de Almería, para después tener que abandonarla de nuevo al reino Nazarí. San Fernando no dejó que las contrariedades, que sin duda las hubo, pudieran enturbiar su fi n. El tercer paso es el espíritu del legionario, el primero de nuestro Credo, la voluntad, que es de ciega y feroz acometividad, de buscar de cara la difi cultad o al enemigo, e ir a muerte, hasta llegar a la bayoneta. San Fernando nos exhorta a huir de la falsa prudencia, que más bien la podríamos llamar astucia, al servicio del egoísmo, que aprovecha los recursos más aptos para alcanzar fi nes torcidos. Las virtudes que acogemos de San Fernando en La Legión son variadas; nos empuja a mostrarnos agradecidos, afables, generosos; a comportarnos como amigos leales y honrados, tanto en los tiempos buenos como en la adversidad; a ser cumplidores de las leyes y respetuosos con nuestros jefes, a rectifi car con alegría, cuando advertimos que nos hemos equivocado y en justicia, nos atengamos a nuestros compromisos profesionales, familiares y sociales, con naturalidad y sencillez, trabajando con empeño , ejerciendo nuestros derechos, que son también nuestros deberes. 542 · I-2018 47 La Legión


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