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LEGION 542

>> Colaboraciones >> Actividades Dª. Dolores Fernández Pérez Nieta D. MANUEL PEREZ CRUZ GRAN HEROE, GRAN LEGIONARIO No tenía aún 18 años; era el menor de diez hermanos, huérfano desde los diez. En una España difícil de posguerra nos alistamos cinco amigos, un 13 de noviembre de 1956, en un banderín de enganche con lo puesto, sin dinero ni comida y con la necesidad e ilusión de hacer carrera en la vida. El viaje de Córdoba hasta Madrid fue en un viejo tren con asientos corridos de madera, donde viajábamos unas 30 personas. Desde Madrid hasta Algeciras en un viaje de dos días en condiciones parecidas, casi cien jóvenes, futuros legionarios y el 2º Tercio como destino. A la llegada a Ceuta, nos recibe un teniente de gran porte y con cara agria, fusta en mano que golpeándose con ella en las piernas con energía, nos ordenó formar para subir a los camiones con rapidez, y llevarnos al Zoco el Arba de Benni-Hassan con la V Bandera allí destacada. Nos dan un mosquetón, la ropa de legionario y una “masita” de 5.000 pesetas de fondo para poder comprarnos los uniformes que necesitáramos. Allí pasamos tres meses de instrucción muy duros que terminó en un alta de legionarios y la jura de bandera. Después de dos meses más en Dar Riffi en, nos envían a Villa Cisneros en el barco militar “Tarifa”. Después de una semana larga de viaje, desembarcamos en Villa Cisneros, en unas redes que nos echan desde un precario muelle, puesto que el barco no se podía acercar demasiado, y nos subimos a unas barcazas tipo falúas, la mayoría sin motor, que eran arrastradas y remolcadas por las que sí tenían, en un mar picado. Tres meses más de instrucción y nos trasladan a El Aargub en barca por el Rio del Oro a unas construcciones tipo cabañas de adobe para 80 legionarios donde dormíamos en el suelo, sin servicio ni aseo ni red de agua, solo dos litros de agua en una cantimplora que nos rellenaban todos los días. El aseo personal se hacia en el mar, puesto que todo lo relacionado con productos de aseo y comida extra lo pagábamos con una masita de 10 pesetas diarias que nos daban. Teníamos rancho de tres comidas diarias. El sueldo era de cinco duros cada cinco días. Esta masita de dinero era un préstamo que podíamos gastar o no, dependiendo de las necesidades y el gasto extra que hiciéramos, y si al licenciarte no lo gastabas, te lo devolvían, en caso contrario te quedabas allí hasta saldar la deuda. Nuestra labor era hacer patrullas nocturnas de ocho legionarios armados con mosquetón y munición de noventa cartuchos, dos granadas y machete, que se realizaban sin novedad. Se vigilaba el paso a Villa Cisneros y evitar la inclusión de grupos rebeldes de moros que querían recuperar El Sahara. Devuelta a Villa Cisneros nos volvieron a mandar a El Aaiun, donde se junta la IV Bandera completa. Acampamos en la playa en tiendas de campaña y nuestra labor es cubrir carreras y proteger el convoy de suministro y el desembarco de material militar y víveres. Nos ordenan no salir nunca solos, siempre acompañados, estábamos en zona de guerra. Teníamos que salir armados. Yo en vez del fusil llevaba dos bombas en los bolsillos. Cuando salíamos al cine casi siempre tocaban generala para La Legión y a mitad de la película teníamos que salir por las ventanas porque las puertas eran muy pequeñas. En las escuchas, que duraban seis horas agazapados y escondidos cerca del enemigo, esperábamos un ataque que nunca llega. Todas las noches había sonido de bombas que servían de contraseña para avisar que se acercaban, pero siempre falsa alarma. Fue muy duro porque era mucha faena para media compañía puesto que la otra media estaba en el desembarco, hasta que nos mandaron refuerzos de la Infantería de Marina. En la playa tuvimos el primer contacto con los 48 542 · I-2018 La Legión


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