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LEGION 542

Colaboraciones<< Actividades << moros, que fue el primer ataque con ellos. Las barcazas de desembarque volvieron mar adentro para salvaguardar los víveres y nosotros nos quedamos allí dando el pecho. El segundo contacto con los moros en ataque, fue en la navidad del 57 y me pilló con otro compañero en una escucha, en un cortado del rio, cubriendo una entrada fácil para ellos; las balas nos llovían y se estrellaban con los peñascos y las trazadoras las veías venir por todos lados. Respondíamos al ataque a ciegas, en una toma y daca de granadas y disparos de parte de los dos bandos. Se supone que hubo bajas de los moros, puesto que al ver ya de día cómo había señales en el suelo de haberse arrastrado y recogido posibles heridos y víctimas del ataque. Entonces es cuando se produce el ataque en Edchera y avisan a la 2ª Compañía de la IV Bandera para sacarlos del barranco, porque la 1ª Compañía (de la IV Bandera) estaba en la playa destacada. Y después de llegar nosotros vino lo gordo, que tampoco se cuenta que estuvo la aviación y la artillería. Nos emplazamos en el barranco, esperando órdenes para socorrer a la infantería que fueron atacados por ametralladoras escondidas al borde del barranco. Una tanqueta se quedó clavada en la arena sin poder avanzar mientras los tiros no cesaban. Teníamos órdenes de no atacar y estar a la espera y prevenidos, y que fuera la aviación y la infantería la que se encargaran de echar a los moros del barranco, y así preservar y evitar posibles bajas de los dos bandos, por lo que los veíamos escapar sin poder hacer nada. Ya estábamos emplazados alrededor del barranco, y veíamos salir a los moros del barranco como hormigas, pero no podíamos tirarle. Me raspé toda una noche entera delante de moros muertos y la tanqueta, que actuó sobre un nido de ametralladoras de los moros, como una criba. Íbamos cargados con bastante munición, seguíamos a la espera sin ver ningún movimiento. Al otro día, nuestro convoy siguió adelante, para juntarse con el convoy francés que también estaba luchando con nosotros. Una noche acampamos haciendo círculos, para la defensa, y perdimos un camión que salió ardiendo en plena noche, como consecuencia de una explosión de una granada que llevaba un legionario en su bolsa de costado. Hubo varios heridos, y el teniente temiendo del peligro, se subió al camión y lo sacó de la zona para evitar que explotara, dado que iba cargado de munición, salvando así a la tropa que allí estaba, fue un acto heroico. Nos quedamos sin agua tres días, sin movernos hasta que llegara un convoy con agua, y a su llegada proseguimos la marcha en busca de los moros. Llegamos a un oasis y entramos en orden de combate tras los tanques, pero no estaban allí. Seguimos la marcha hasta que nos volvimos a quedar sin suministro y fue un avión el que nos volvió a traer víveres en territorio de los moros. Al no haber rastro alguno de los moros volvimos a El Aaiún, en una marcha que duró cuatro o cinco días. Las tareas de la Legión, a partir de este momento, fue hacer descubiertas, con lo que implicaba tirarnos cuatro o cinco días, la IV Bandera al completo, inspeccionando y reconociendo el terreno, siempre preparados para cualquier cosa, a base de rancho frío, como latas de sardinas o carne de caballo, y dos litros de agua. Al llegar la noche hacíamos círculos para descansar y nos metíamos en agujeros que excavábamos en la arena, unos para dormir y otros para seguir realizando las escuchas. Nuestra dotación estaba compuesta por cuatro cargadores (2 de 20 y 2 de 25 cartuchos) 90 cartuchos a granel y 5 granadas de mano. Esta era la rutina a partir de este momento, descubiertas de cuatro o cinco días y entre medias, dos días de descanso. En una de estas descubiertas llegamos a Dora, un poblado de la zona y nos volvimos a quedar sin víveres, en lo que teníamos que esperar el convoy de suministro; una vez llegó el convoy, partimos a El Aaiún. De allí nos trasladamos a Sma-ra, donde unos payasos pasaron por allí para entretener a la tropa. Aquí realizamos destacamentos y vigilábamos los puntos de agua más importantes, entre ellos un manantial en Guelta para que los moros no lo envenenaran. En uno de los relevos de esta vigilancia, el comandante nos comentó de ir al Sahara francés, para pasar tres días en un destacamento de la Legión francesa; nos recibieron con mucho cariño y hospitalidad. Nos dieron dos cervezas diarias y un paquete de tabaco. Al regreso hicimos destacamentos de vigilancia, sobre todo nocturna, tranquilas y sin ninguna novedad. Debido a esta tranquilidad, volvimos a hacer instrucción. Debido a la riqueza de agua que allí había, la 1ª Compañía hizo un pozo, a un metro de profundidad, y fabricamos unas duchas con bidones colgados en palmeras, para nuestro aseo. Seis o siete meses después, un 20 de septiembre del 58, nos licenciaron a unos sesenta, otros se reengancharon. FUERON 19 MESES MUY DUROS, SIN SABER LO QUE ERA UN COMEDOR NI UNA CAMA. HE PATEADO TODO EL DESIERTO ESPAÑOL, TODO EL SAHARA ESPAÑOL, CON MI IV BANDERA. HE PADECIDO MUCHO EN EL SAHARA Y SUFRIDO LO QUE SUFRE UN LEGIONARIO EN ZONA DE GUERRA. AUN ASÍ, ORGULLOSO DE HABER HECHO VIDA LEGIONARIA Y HABER PERTENECIDO A LA 1ª COMPAÑIA DE LA IV BANDERA DEL 2º TERCIO "DUQUE DE ALBA” DE LA LEGION. 542· I-2018 49 La Legión


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