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REVISTA GENERAL DE MARINA 274-5

TEMAS GENERALES lidad madrileña, se enviaron veinte marineros de Cartagena y un maestro calafate que debía «poner a punto» un bote de seis remos y una canoa de cuatro. Recordar que en aquella época se encontraba a su frente el celebérrimo historiador de nuestra Armada (en calidad de capitán de navío) Cesáreo Fernández Duro. No obstante, el gusto de la reina por las costas cantábricas, y más concretamente por San Sebastián, hizo que aquellas estancias se convirtieran en excepcionales. En 1897 la Casa de Marinos fue de nuevo habilitada como hospital civil, y ya a principios del siglo xx, en 1902, se construyeron un chinchorro y una chalana. Durante la breve estancia de Alfonso xIII en Aranjuez en 1905, se puso a su disposición una canoa a motor para que visitara la Casa del Labrador y la Casa de Marinos, si bien no volvería a mostrar interés en regresar. Su afición a las regatas fue determinante en ello. No obstante hemos encontrado referencias que nos hacen asegurar que al menos hasta el año de 1914 las falúas siguieron estando a disposición del monarca con personal de la Armada. Nos imaginamos que el rey vería aquellas embarcaciones y su función como un anacronismo digno de museo, por lo que años después dispondría que era mejor conservarlas en el interior del edificio «de Marinos» pudiendo ser visitadas hasta el comienzo de la Guerra Civil (25). El Museo de Falúas de Aranjuez No podíamos finalizar nuestro artículo sin hacer una pequeña mención al Museo de Falúas que se encuentra abierto al público en los jardines del Príncipe (frente al paraje llamado El Castilla) desde 1966. La restauración de las falúas y del edificio que las alberga fue llevada a cabo por Patrimonio Nacional a lo largo de dos años (1964-66), y de las seis embarcaciones que integran la colección que ha llegado hasta nuestros días, solo dos sirvieron en el Tajo. No obstante, no vamos a dejar pasar la ocasión de ofrecer al lector una sucinta descripción de todas ellas. Góndola de Carlos II La embarcación más antigua y espectacular es la góndola dorada encargada en Nápoles por Carlos II en 1683 para su uso en el estanque del Buen Retiro madrileño. En 1724 fue trasladada a La Granja de San Ildefonso por orden de Luis I para su utilización en el conocido como «Mar Grande». Se dio el hecho (25) Sabemos que a mediados de los años cincuenta estaba encargado de la conservación de aquellas un tal Antonio Sánchez Lausado. 2018 841


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