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REVISTA GENERAL DE MARINA 274-5

TEMAS PROFESIONALES una mucho más impredecible y volátil, como se ha visto recientemente en los tristes acontecimientos en Londres, París, Bruselas, Barcelona, Berlín, Boston… Una de las lecciones identificadas en todos estos eventos es que, a diferencia de nuestros cuerpos de seguridad y nuestras fuerzas armadas, los terroristas gozan de una relativa libertad de movimiento y no están constreñidos por fronteras entre países, regiones o las limitaciones de responsabilidades entre agencias. Para tratar de combatir esta libertad de movimiento, los países poco a poco van desarrollando procedimientos de coordinación más eficaces entre todos los organismos que pueden aportar capacidades para luchar contra el terrorismo, incluyendo las de las fuerzas armadas, que han supuesto un cambio de mentalidad radical en lo relativo a su empleo en apoyo a las fuerzas de seguridad en territorio nacional. Ya nadie se asombra al ver soldados patrullando por París o vigilando zonas turísticas en Roma, lo que sin duda contribuye a disuadir posibles ataques terroristas. En lo que se refiere a las capacidades contraterroristas, una de las más singulares de las que no disponen las fuerzas policiales son precisamente aquellas específicas de las unidades de operaciones especiales marítimas (empleo de submarinos, buceo con oxígeno, inserciones subacuáticas, etc.). Es por ello que en determinados países estas unidades tienen asignados cometidos explícitos en la lucha contra el terrorismo, incluso dentro de sus propias fronteras. Si bien la selección y la formación adecuadas del soldado siguen siendo el principal activo a proteger y mantener en las unidades de operaciones especiales, lo cierto es que la constante evolución de las amenazas y el desarrollo de nuevas tecnologías ineludiblemente traen consigo la necesaria implicación desde el punto de vista inversor. En el siglo xxI disponer de unidades de operaciones especiales marítimas implica tener el personal adecuado, dotado de los medios modernos para poder generar las capacidades específicas y únicas que proporcionen ese valor añadido, complementando y amplificando aquellas aportadas por otras unidades y organismos. No obstante, la verdadera inversión para disponer y explotar eficazmente la capacidad de operaciones especiales en el ambiente marítimo no es solo económica. El auténtico impulso viene derivado de la voluntad de cambiar la mentalidad respecto al empleo apropiado de este tipo de unidades, tanto fuera como dentro del territorio nacional, para lograr ser más rápido, llegar más lejos y ser más fuerte que el adversario. 898 Junio


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