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Revista Historia Militar Extra 1 2018

224 FERNANDO RODAMILANS RAMOS entre el obispo Olegario de Barcelona y el abad de San Cugat96, pero todo parece indicar que la cuestión principal del concilio era un asunto de mucho mayor alcance jurisdiccional: la confirmación de la restauración de la sede de Tarragona con plena independencia respecto de la metrópoli de Narbona. La ciudad no había llegado a ser reconquistada en tiempos del arzobispo Berengario (†1099), y la sede tarraconense permanecía vacante desde entonces. Fue el conde Ramón Berenguer III quien dio el impulso definitivo a la reconquista de la Tarraconense97, recuperando en 1116 la capital que, aunque en ruinas, donó a la Iglesia, en la persona de Olegario de Barcelona y sus descendientes, para que la restaurasen y la repoblasen (23 de enero de 111798). El obispo electo Olegario de Barcelona marchó a Roma a finales de 1117 para realizar la visita ad limina y se entrevistó allí con el recién elegido Papa Gelasio II, aunque muy pronto el Papa, los cardenales y, sin duda, también el obispo barcelonés, se trasladaron a Gaeta, ciudad natal del Pontífice, ante la amenaza sobre Roma del emperador Enrique V. Fue allí donde el Papa firmó la bula Tarraconensis civitatis (21 de marzo de 1118)99, por la que confirmaba la restauración de la sede tarraconense, de tal manera que el prelado barcelonés Olegario pasó a ser arzobispo de Tarragona y recibió el palio, aunque siguió residiendo en Barcelona debido a la deficiente situación material de la sede metropolitana. Se produjo, no obstante, una primera ocupación efectiva de la ciudad, abandonada durante tantos siglos, y hubo también un compromiso manifiesto con la restauración de la Iglesia de Tarragona por parte del arzobispo Olegario, cuya mejor expresión fue un acuerdo de asociación y ayuda económica firmado ante el arzobispo de Narbona junto con los demás obispos de la Narbonense y la Tarraconense (ca. 1118)100. Este fue, en síntesis, el proceso de restauración definitiva de la dignidad metropolitana de Tarragona, que se hizo efectiva en la persona de Olegario de Barcelona. Aunque no hay documentación al respecto, existen fundados indicios para considerar que dicha restauración se fraguó durante la segunda legación del cardenal Boso en España. La presencia en Burgos 96  FLÓREZ, ES, T. XXIX, p. 260 (dentro del episcopologio de Barcelona). VILLANUEVA, J., Viage literario, T. XIII, p. 127; GONZALVO I BOU, G., Sant Oleguer…, p. 22. 97  GONZALVO I BOU, G., Sant Oleguer..., p. 17. 98  FLÓREZ, ES, XXV, Doc. XV, pp. 219-221. 99  FLÓREZ, ES, XXV, Doc. XVI, pp. 221-223. Las implicaciones territoriales de la nueva circunscripción, en BONET DONATO, Maria, ISLA FREZ, Amancio, História de Tarragona. II. Tarragona medieval. Capital eclesiàstica i del Camp, Lérida, Pagès Ed., 2011, p. 75.. 100  MARÍ, M., Exposició cronològico-històrica..., L. II, pp. 29-30, con la trascripción del documento. No obstante, identifica al prelado narbonense como Arnaldo, cuando el arzobispo era Ricardo (1106-1121), abad de San Víctor de Marsella y legado pontificio. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 224-268. ISSN: 0482-5748


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