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Revista Historia Militar Extra 1 2018

LOS LEGADOS PONTIFICIOS Y LA GUERRA EN LA PENÍNSULA… 225 de Olegario de Barcelona y, muy especialmente, del obispo Juan de Nimes, serían difíciles de explicar, salvo de la siguiente manera: uno de los encargos principales de Pascual II a su legado Boso habría sido el anuncio a la Iglesia hispana y la preparación de la inminente restauración tarraconense. Que el momento político era el adecuado sin duda era conocido en la curia pontificia, donde el propio cardenal Boso, entre otros, habría facilitado información de primera mano, tras su participación en la campaña militar de la reconquista de las Baleares, sobre la excelente disposición y las posibilidades del conde Ramón Berenguer III. Sin embargo, para que la restauración eclesiástica de la metrópoli de Tarragona fuera una realidad habían de salvarse al menos otros tres obstáculos, a saber: la aceptación de semejante responsabilidad por parte de un Olegario que ya se había mostrado renuente a aceptar la silla de Barcelona; la renuncia a su influencia de facto en las diócesis sufragáneas de la tarraconense por parte del arzobispo de Narbona; finalmente, la aceptación de la nueva situación político-eclesiástica por parte del arzobispo de Toledo, legado apostólico permanente en las Españas. Todas las partes involucradas, como se ha señalado, se dieron cita en la ciudad de Burgos en febrero de 1117. Se sabe que el electo Olegario de Barcelona había aceptado, a instancia del legado pontificio Boso, abandonar definitivamente su vida monástica en San Rufo. Por otra parte, la sede narbonense se hallaba ocupada por el otrora legado pontificio y abad Ricardo de Marsella, plenamente afín a la política reformista del Papado y conocedor de primera mano de los avatares eclesiásticos de la Tarraconense. El arzobispo Ricardo habría estado representado en el concilio de Burgos por su obispo sufragáneo Juan de Nimes. Nótese que los principales implicados en este asunto habían sido, o todavía lo eran, legados pontificios en España. El breve pontificado de Gelasio II, de poco más de un año de duración, transcurrió en el exilio francés hasta su fallecimiento en la abadía de Cluny. Unos días después, el 9 de febrero de 1119, fue elegido para sucederle el arzobispo Guido de Vienne, coronado de inmediato como Papa Calixto II. Miembro de la poderosa familia de los condes de Borgoña, logró una alianza con los frangipani que le permitió entrar triunfalmente en Roma el 3 de junio de 1120. Calixto II envió por tercera vez al legado Boso a tierras de España. Tras entrevistarse con el nuevo metropolitano y legado apostólico de carácter permanente Diego Gelmírez101, el legado a latere se reunió con la reina 101  FALQUE REY, E., Historia Compostelana, II.XXVI, p. 346; LÓPEZ FERREIRO, A., Op. cit., Vol. IV, pp. 29-30. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 225-268. ISSN: 0482-5748


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