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Revista Historia Militar Extra 1 2018

LOS LEGADOS PONTIFICIOS Y LA GUERRA EN LA PENÍNSULA… 255 invierno, esto es, a finales de 1195 o comienzos de 1196213, y echaban por tierra toda la labor legatina –tanto de Jacinto como de Gregorio– para que los reinos hispanos lograsen una unidad de acción contra el enemigo almohade. Celestino III decidió enviar de nuevo a España a su sobrino el cardenal de Sant’Angelo para tratar de recomponer la compleja situación resultante de la derrota de Alarcos. La escasa documentación conservada de esta segunda legación del cardenal Gregorio, sin embargo, sólo permite recomponer de manera fragmentaria sus actuaciones. La guerra entre Castilla y la coalición de leoneses, navarros y almohades estalló en junio de 1196. A la devastadora ofensiva en tierras castellanas de dicha coalición le siguió una alianza de Alfonso VIII con Pedro II de Aragón, potenciada por la cercanía de su madre, la reina Sancha, hacia su sobrino el monarca castellano. La unión de Alfonso VIII y Pedro II comenzó a dar resultados bélicos desde julio de 1196, y se produjo una represalia de devastaciones en el reino de León. Las razzias a las que los cristianos se sometían mutuamente se antojaban peores que las de los propios musulmanes, e incluían la quema de tierras y la destrucción de iglesias214. Era el peor escenario posible para la Sede Apostólica, y no cabe duda de que el cardenal Gregorio dedicaría buena parte de su segunda legación a buscar una solución que recondujera aquella deriva hacia un punto, cuando menos, similar al alcanzado en Tordehumos dos años atrás. Hay una serie de bulas de Celestino III en las que se abordó esta cuestión, y entre las cuales se menciona expresamente la acción del cardenal Gregorio. El 29 de marzo de 1196 escribió a los reyes de Castilla y Aragón215, informado ya de los acuerdos que se estaban produciendo entre los almohades y algunos de los reinos hispanos, en este caso, el de Navarra, instando a los reyes de Castilla y Aragón a alcanzar un acuerdo con el navarro, a quien significativamente califica como mero dux. El papel del cardenal Gregorio debió de ser clave en este propósito de alcanzar una nueva alianza. El Papa Celestino le habría encargado cómo proceder con el reparto de las tierras conquistadas a los musulmanes, según se desprende del documento, lo cual manifestaba, por una parte, un considerable voluntarismo por parte del Papado en cuanto a la reanudación de la lucha contra el Islam, a la vista de las circunstancias francamente adversas que se cernían en esa primavera de 1196; por otra parte, manifestaba también una gran confianza en las aptitudes diplomáticas de su legado y pariente Gregorio, a quien se ponía a la cabeza de las negociaciones. 213  GONZÁLEZ, Julio, Alfonso IX, Madrid, CSIC, 1944, T. I, pp. 74-76. 214  GONZÁLEZ, J., Alfonso IX..., T. I, pp. 76-89. 215  FITA, Fidel, “Bulas inéditas”, BRAH, Núm. 27 (1895), Doc. 1, pp. 225-226; KEHR, P., Papsturkunden in Spanien..., Vol. II, Doc. 221, pp. 576-578. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 255-268. ISSN: 0482-5748


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