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198 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 12 / 2018 transferencia; o el deterioro de los materiales a causa de las condiciones extremas de la meteorología espacial.88 Del total de objetos orbitales catalogados, el 94 por ciento son calificados como desechos.89 Sin embargo, más allá de las amenazas que representan los satélites abandonados u otros desechos operacionales, la literatura se ha hecho especial eco de los llamados «desechos de segunda generación», esto es, las pequeñas partículas generadas como consecuencia del impacto entre objetos espaciales.90 De los 5400 dese-chos orbitales de más de 10 centímetros registrados en 1980, en la actualidad la cuantía supera las 21 000 piezas.91 Además, hay alrededor de 500 000 piezas de entre 1 y 10 cen-tímetros de diámetro; y más de 100 millones de partículas menores de un centímetro. La tecnología actual permite elaborar registros de partículas de hasta 3 milímetros en LEO.92 El principal medio que existe para detectar, catalogar e identificar los desechos espaciales es el Space Surveillance Network (SSN) norteamericano. Según David Wright,93 existen dos principales fuentes de desechos espaciales. La primera es la «actividad espacial rutinaria», que cubre los desechos liberados durante la fase de lanzamiento, la fragmentación de los satélites fuera de servicio, las explosiones de los propulsores de los cohetes que permanecen en órbita a causa del fuel remanente, y las colisiones entre objetos espaciales. La segunda, es la destrucción intencional de satélites mediante ensayos o empleo de armas ASAT cinéticas.94 De hecho, según el propio Wright,95 la intercepción llevada a 7,5 km/s por un arma cinética de 20 kilogra-mos tendría la suficiente fuerza como para destruir completamente un satélite de hasta 8 toneladas como el satélite europeo Envisat. El peligro que entrañan los desechos surgidos de las actividades rutinarias o las intercepciones intencionales es la potencial destructividad sobre el resto de satélites y misiones tripuladas en tanto que se trata de piezas que en el momento del impacto alcanzan los 10 km/s en LEO. Dependiendo del tamaño, los desechos pueden producir desde desperfectos en los sensores y pane- 88  Alby, F. «The space debris environment and its impacts», en Rathgeber, W.; Schrogl, K.; Williamson, R. A. (eds.), The fair and responsible use of space: an international perspective, Viena: Springer, 2010, pp. 60-61. 89  IAA: International Academy of Astronautics, op. cit., nota 83, p. 4. 90  Williams, M. «Safeguarding outer space: on the road to debris mitigation», en United Nations Institute for Disarmament Research (ed.), Security in Space: the Next Generation, Geneva: United Nations, 2008, pp. 84. 91  Pelton, J. N., op. cit., nota 85, p. 5. 92  NASA Orbital Debris Program Office. Orbital debris frequently ssked questions. Disponible en: https://www.nasa.gov/news/debris_faq.html Consultado el 15-9-2018. 93  Wright, D. «Orbital debris produced by kinetic-energy anti-satellite weapons», en United Nations Institute for Disarmament Research (ed.), Celebrating the space age. 50 years of space technology, 40 years of the outer space treaty, Ginebra: United Nations, 2007, pp. 155-156. 94  NASA, op. cit., nota 82, p. 2. 95  Wright, D., op. cit., nota 93, p. 159. Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos n.º 12 - Año: 2018 - Págs.: 177 a 214


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