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MISCELÁNEA Tres razones fundamentales explican la diferencia entre la documentación militar medieval y esas interpretaciones tan erróneas … el sistema feudal desempeñó una función importantísima en el derecho europeo de propiedad (a diferencia de su relativa falta de importancia en cuestiones militares). Ése es el motivo de que los especialistas en historia legal e institucional le hayan prestado una atención considerable. En segundo lugar, la mayoría de quienes poseían un feudo eran nobles y han dejado para su estudio un considerable rastro de documentos en pergamino. Finalmente – y este es el aspecto más importante para la formación de una imagen engañosa de los guerreros medievales en todos sus aspectos-, la épica romántica conocida con la expresión de “cantares de gesta” presentaban a los caballeros como las figuras que dominaban la guerra medieval y, más en particular los campos de batalla de Europa … La literatura medieval de entretenimiento y los juegos practicados en la Edad Media exageraron la importancia del hombre a caballo, y la posteridad ha aceptado durante demasiado tiempo como realidad esa por tanto, que las “huestes feudales” aparezcan más a menudo en la obra de autores modernos que en las fuentes medievales … El caballero de la literatura romántica era solo una más en una ecuación muy compleja.” Bachrach, B.S. en “Historia de la Guerra” (Parker, Geoffrey). “La batalla decisiva” distintiva de la cultura occidental desde su introducción por las polis griegas entre los siglos VIII y V14, aconteció con menor frecuencia en la Edad Media que en otras épocas. Predominó la “guerra fronteriza” con sus cabalgadas, incursiones depredadoras, razias de alcance limitado, talas y destrucción de cosechas. Los castillos, progresivamente sofisticados, fueron la llave de la proyección de ejércitos al corazón del reino enemigo, servían de refugio y controlaban las comunicaciones. Favorecían la defensiva, ya que sobrepasarlos dejaba desprotegidas las comunicaciones, dificultando el sostenimiento del ejército, de forma que su conquista acaparó buena parte de la actividad bélica medieval. El asedio era una solución más eficaz que el asalto, pero constituía una empresa larga y arriesgada, que podía fracasar por las condiciones insalubres o, peor, con la aparición de un ejército de rescate. La estructura económica y social limitaba el periodo de movilización sin generar todavía 14 Tesis expuesta por Víctor David Hanson en The Western Way of War. Infantry Battle in Classical Greece. 15  La Antigüedad presenta ya antecedentes de lo que posteriormente se llamaría guerra total que erróneamente adjetivamos como “convencional” (en vez de usar el término doctrinal, conflicto generalizado, bastante menos impreciso). El mejor ejemplo fueron las Guerras Púnicas que terminaron con la completa destrucción de la capacidad militar de uno de los contendientes. Las guerras no suceden por una única causa y en la Edad Media las guerras de religión (musulmanes y herejes) introducían un sesgo “ideológico”. 16  Puede hallarse un estudio detallado de los límites del choque de la caballería frente a diferentes adversarios El rostro de la batalla de Sir John Keegan (Ed. Ejército, págs. 170-177). Estas páginas tratan específicamente Waterloo, pero la esencia del problema no había variado. Keegan recoge también las ocasiones en las que la caballería consigue penetrar en un despliegue, no solo de infantería, sino en una fuerza simétrica, como sucede parcialmente en Agincourt. 17  Posteriormente esta necesidad daría opción al procedimiento español de “la caracola”, cuya esencia es muy antigua, pero que crecería en sofisticación con las armas de fuego. 110 suficientes recursos para una profesionalización. Por tanto, una campaña podía limitarse a la conquista de alguna fortaleza limítrofe. En la sociedad feudal, los señores aportaban buena parte de los contingentes según las obligaciones contraídas con el vasallaje. Ellos mismos eran los únicos que podían permitirse un equipo y sobre todo una preparación adecuadas, pero su número era limitado en Europa. El conjunto del ejército tampoco solía ser demasiado numeroso y se abastecía en gran medida sobre el terreno devastando el territorio enemigo, factor que reducía la duración de la campaña, una vez agotados estos recursos. La mentalidad caballeresca parece favorecer la batalla, pero generalmente no se trataba de guerras ideológicas, sino luchas por objetivos materiales15 que no aconsejaban apostar a una jugada tan arriesgada. La carga, culminación de la batalla, tampoco se daba en la guerra con tanta facilidad como en los torneos, porque los caballos no se arrojan sobre un obstáculo continuo e impenetrable16 como escribió Maquiavelo. En el último momento hay que desviarse o detenerse y dar media vuelta, una maniobra de difícil ejecución17. Pero esto es válido únicamente en el plano teórico, porque la dimensión psicológica del combate, cuyo factor más importante es el miedo, resulta crucial. Las formaciones constituyen una obstrucción viviente si los individuos que las conforman se mantienen en su puesto, algo más fácil de decir que de hacer. Individuos apenas instruidos podían huir antes de llegar al choque y, en estos casos, una buena caballería aprovecharía las brechas para destruir la formación e infligir una derrota decisiva. 4. HASTING 1066. LA ÚLTIMA INVASIÓN. Los descendientes de los vikingos, ya “afrancesados”, iban a crear una de las fuerzas más famosas de la Historia: la caballería normanda que brilló en Inglaterra, Francia, Sicilia, sur de Italia y Oriente. Guillermo “el Conquistador” se había forjado en las campañas del norte de Francia, exhibiendo allí una soberbia capacidad para aplicar una estrategia de aproximación indirecta, evitando dar la batalla en inferioridad mediante el cuidado de la información previa y su habi


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