Ignacio con unos amigos A lo largo de su vida Ignacio se comportó como una persona decente, que defi ende lo que él cree que es justo, y aunque fuera aprendiendo que no todo es posible y que por muy seguro que estés de lo que tienes que hacer en cada situación, la vida te tritura si te empecinas en mantener siempre una postura digna, eso no lo coartaba demasiado. La Semana Santa anterior a su muerte la pasó de vacaciones en España, también vino después un fi n de semana largo a hacerse una reparación en la boca, en la que si no me equivoco le implantaron una muela por el sistema del pernio de titanio. En esas visitas tuvimos ocasión de celebrar con él alguna comida y supongo que algún cumpleaños o algún santo a los que tenía tanta afi ción, tal vez fue su cumpleaños adelantado, cumplió 39 años el 25 de mayo. Por esas fechas en Westminster, el 22 de marzo, había habido un atentado de un terrorista con un cuchillo y habíamos visto que un policía, un Bobby inglés, había corrido hacia el terrorista y había muerto apuñalado, hay que darse cuenta que los bobbis ingleses llevan una porra y carecen de pistola. En casa se había comentado, e Ignacio tenía una opinión muy fundada de la bravura del policía inglés, que supusimos que era fruto del espíritu implantado o infundido en la academia ya que estos policías se comportaban con una actitud heroica, que suponíamos no tienen las personas, a menos que hayan sido entrenados para comportarse así. Ignacio comentó que si él presenciaba un acto de esos y llevaba consigo el monopatín se liaría a golpes con el terrorista y de ese modo neutralizaría su ataque. Alguien en la mesa le dijo qué no se podía hacer eso, porque era poner su vida en un riesgo seguro. El insistió que era lo que había que hacer y que no podíamos dejarnos acobardar por los terroristas. Creo que era un verdadero entendido en aspectos legales de Complying (Nota: función que tienen las empresas u organizaciones para establecer los procedimientos que aseguren el cumplimiento normativo interno y externo), y persecución del blanqueo de capitales. Pero lo que yo creo que le hacía singular, es que sabía que las personas tenemos responsabilidad en la defensa de la Sociedad, con independencia de cuál sea nuestro puesto en ella. Él estaba dispuesto a cumplir con su responsabilidad, jugándose su puesto de trabajo, sí era necesario. Además, pudimos comprobar desgraciadamente, que también era capaz de arriesgar su vida por mantener esa responsabilidad y comportarse con dignidad. Creo que su bondad y generosidad eran su mejor valor. Diciembre - 2018 Armas y Cuerpos Nº 139 71
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