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Caseta móvil utilizada en Madridejos para los trabajos geodésicos se hallaban presentes en cada una de las operaciones que desde 1802 venía realizando el Ejército dentro y fuera de la península. Así, el teniente Ibáñez participó en la expedición del general Gutiérrez de la Concha a Portugal en 1847, obteniendo el ascenso a capitán. Con este empleo le fue concedida en marzo del año siguiente la Cruz de San Fernando por su actuación en los sucesos revolucionarios de Madrid al frente de la 2ª Compañía de Pontoneros. A los tres años de su salida de la academia era ya un veterano capitán de valor reconocido y destacadas aptitudes profesionales. En 1851 el ingeniero general Antonio Remón Zarco del Valle designó a los capitanes Ibáñez e Ibarreta para visitar en comisión las principales escuelas de puentes de Europa, con el fi n de mejorar la construcción y tendido de los empleados en el Ejército español. Ambos ofi ciales visitaron durante un año las escuelas de Estrasburgo, Kloster y Viena, máximos centros europeos de la especialidad. A su regreso, Ibáñez redactó el “Manual del Pontonero”, una obra que ha sido utilizada durante casi un siglo sin apenas modifi cación alguna. Se habían estudiado los puentes pero la cartografía nacional seguía siendo defi ciente. La I Guerra Carlista (1833-1840) puso de relieve las enormes carencias de nuestro mapa nacional. Al efecto de modifi car y poner al día tan importante asunto de estado, el general Espartero dispuso la creación de una comisión de expertos para el levantamiento del Mapa de España. Tras varios años de debates, dilaciones y competencias, la misión recayó en el Ministerio de la Guerra, bajo la vicepresidencia del brigadier de ingenieros Fernando García San Pedro. Y este militar nombró en noviembre de 1853 a un equipo de siete capitanes para estudiar primero y llevar a cabo después, la trascendental operación geográfi ca, entre ellos Ibáñez de Ibero. Los expertos militares informaron al presidente de la comisión de las carencias técnicas con que se hallaban al no contar con un instrumento de medición fi able, era preciso inventar, no copiar de otros sistemas de reconocida inexactitud. Así, fueron designados los capitanes Carlos Ibáñez y Frutos Saavedra para proyectar una regla cuya precisión superase a todas las conocidas en Europa. En un tiempo mínimo, el proyecto se materializaba en los talleres Brunner de París. Los capitanes habían creado la que desde entonces se conoció en medios geodésicos como “regla española” (Regla de platino de aproximadamente 4 metros) cuya exactitud se pudo comprobar entre los meses de mayo y octubre de 1853 en la localidad toledana de Madridejos. Allí, en la llanura manchega se midió la base central de la triangulación geodésica, una recta plana de 14,5 km de longitud. Carlos Ibáñez ascendió a comandante el 16 de abril de 1857, con 32 años recién cumplidos. Continuó desarrollando los trabajos geodésicos en la base de Madridejos. Dos años después, a lo largo de todo 1859, viajó en comisión científi ca por siete países europeos al objeto de observar los trabajos geodésicos y parcelarios llevados a cabo por los organismos geográfi cos de esos países. Después vendrían diversos nombramientos, la Cruz de Carlos III, el ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas y Naturales, secretario de la Sección Geográfi ca de la Junta General de Estadística y distinciones extranjeras. Por su parte, la carrera militar seguía su curso por el estricto orden de antigüedad fi jado en el arma de Ingenieros. El 1 de julio de 1862 ascendía a teniente coronel. Con el nuevo empleo, en 1864 le fue asignado el mando del primer distrito geodésico - catastral, que comprendía las provincias de Castellón, Valencia Alicante y Baleares. Aquí, en la isla de Mallorca, y en el santuario de la Virgen de Lluc, 64 Armas y Cuerpos Nº 140 ISSN 2445-0359


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