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En la modalidad HAHO los paracaidistas planean varios kilómetros antes de aterrizar fuerzas armadas Arriba, dos militares españoles en la base de León tras realizar un salto HALO. Debajo, un equipo multinacional a bordo del C-130 Super Hercules de EEUU. RIESGO Y EFICACIA En este tipo de adiestramiento los paracaidistas deben eliminar todo el nitrógeno de su sangre y sustituirlo por oxígeno puro. De esta forma evitan posibles estados de hipoxia provocados por las bajas presiones a tan alta cota o enfermedades descompresivas que pueden provocar embolias durante el descenso. Este proceso de «purificación » del cuerpo es lento —dura aproximadamente 30 minutos—; comienza antes del despegue, con el personal ya embarcado, y finaliza prácticamente con la apertura de la puerta de la cabina para saltar una vez alcanzada la altura que requiera la misión. Los saltos de infiltración se realizan en las ya citadas modalidades: HALO y HAHO. La primera se emplea cuando la distancia al objetivo es muy corta y prácticamente vertical sobre él, lo que permite durante la caída el reagrupamiento de los componentes de la unidad, tras la dispersión inicial que se produce al abandonar la aeronave. Por otra parte, los lanzamientos y aperturas a muy alta cota (HAHO) se realizan cuando el objetivo está muy alejado del punto de salto. Para alcanzar territorio enemigo, sus miembros deben mantener sendas de planeo de hasta 60 kilómetros de distancia aprovechando las capas de viento que jalonan la navegación y descendiendo lo menos posible hasta el momento justo de intervenir con la mayor discreción posible. Este tipo de operación permite a los equipos marcar y proteger zonas de lanzamiento paracaidista para el desembarco aéreo posterior del grueso de la fuerza, neutralizar objetivos que pudieran impedir esos saltos, obtener 24 Revista Española de Defensa Junio 2019


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