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60 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 13 / 2019 Marruecos y Argelia, como Estados, tienen capacidades militares ofensivas superio-res a otros Estados de la región (Túnez, o Mauritania), pero no uno respecto al otro, lo que establece una situación de verdadero equilibrio de poder en el Magreb entre dos potencias que compiten por la primacía regional. Su peso geopolítico equivalente hace que la política del equilibrio de poder sería la única útil para explicar la seguridad en la región al impedir que una potencia se imponga a la otra. El equilibrio de poder entre Marruecos y Argelia, los dos únicos Estados con ca-pacidad potencial de convertirse en líderes, constituye el estado normal del sistema de seguridad regional del Magreb y se basa en las dos siguientes proposiciones: en primer lugar, tanto Marcos como Argelia son actores que actúan en un margen de seguridad cuyo mínimo es su propia preservación y cuyo máximo, lograr el dominio regional. En segundo lugar, ambos Estados intentan por cualquier medio lograr los objetivos que persiguen. Estos objetivos se clasifican en dos categorías: los esfuerzos internos para aumentar su capacidad económica, incrementar su poder militar y de-sarrollar estrategias de seguridad acertadas; y los esfuerzos externos para fortalecer y extender las alianzas propias y su dominio territorial, o para disminuir y reducir el del adversario. En el momento en que se rompe el equilibrio y uno de ellos aparece como eventual ganador (como ocurrió, por ejemplo, durante la invasión del Sahara Occidental por parte de Marruecos en 1976), el desequilibrio se compensa intensificando el Estado perjudicado los esfuerzos para reestablecerlo (por ejemplo, apoyando al Frente Polisa-rio por parte de Argelia), todo ello sin la necesidad de que exista un agente superior que favorezca, o que impida a cualquiera de ellos, el empleo de todos los instrumentos de poder nacional de que dispone para lograr sus propósitos en pro o en contra del restablecimiento del equilibrio. Ambas potencias, Marruecos y Argelia, tienen interés en ganar frente a la otra por-que ello las convierte en hegemónicas y ninguna tiene interés en que la otra gane, lo que favorece el equilibrio. Al contar con poderes nacionales equivalentes, ambas entienden que, si el equilibrio se rompe y una de ellas resulta vencedora, el perdedor queda a merced del más fuerte, por lo que los incentivos para impedirlo por parte del eventual perdedor son muy grandes. Por otra parte, la falta de una autoridad internacional que ordene coactivamente la anarquía del sistema y proporcione confianza a los actores regionales hace que Marrue-cos y Argelia interpreten sus propias medidas como defensivas y las medidas del otro como una amenaza potencial siguiendo un modelo de espiral34. El resultado es que, cualquier acción de uno de ellos destinada a aumentar su seguridad, —como pueda ser el aumento de su fuerza militar, la expansión territorial, o la búsqueda de alianzas—, lleva al otro a responder con medidas similares. Cuando uno de ellos aparezca poten- 34  JERVIS, R. (1976). Perception and Misperception in International Relations, New Jersey, Princeton University Press. pp. 167-174. También JERVIS, R. (1978). Cooperation under the Security Dilemma, World Politics Vol. 30, 2. pp. 58-113. Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos n.º 13 - Año: 2019 - Págs.: 47 a 78


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