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Terminator, el robot militar que inspira temor La robótica militar es un tema que suscita lógicos temores, pero que también se presta con suma facilidad a la manipulación de las frases grandilocuentes y los términos impactantes, en muchas ocasiones poco rigurosos. Con independencia de los argumentos que se puedan esgrimir a favor y en contra, estas son solo algunas de las llamativas afirmaciones utilizadas para estigmatizar la automatización de la guerra: pronto veremos a robots cazando y matando humanos; la vida de una persona no se puede dejar en las manos de una máquina; no hay tribunales para juzgar a una máquina; ceder a una máquina la responsabilidad de decidir quién muere es cruzar una línea roja ética, etc. Como ejemplo de terminología impactante, y a veces absurda, citaremos robot asesino, mercenario tecnológico o mentalidad PlayStation. Este tipo de frases y términos tienen la cualidad de fijarse con sencillez en amplios sectores sociales, de manera que pasan a formar parte de nuestro imaginario colectivo y generan la sensación de ser una manifestación precisa de nuestro pensamiento que rara vez cuestionamos. Lo contrario sería como plantearse si se está en contra de la guerra, del cambio climático o de la contaminación medioambiental. Lo cierto es que el empleo de máquinas más o menos autónomas en la guerra es un asunto preocupante y complejo que presenta muchas facetas, entre las que destacan la ética, la desestatalización, el derecho y la política. La ética plantea cuestiones muy controvertidas como la de establecer hasta qué punto es exigible poner en riesgo la vida de un ciudadano-soldado más allá de lo imprescindible, renunciando a la ventaja tecnológica de la sociedad a la que sirve. Esta cuestión tiene especial transcendencia si consideramos, con cierta benevolencia, que ninguna nación democrática mandará a sus soldados a luchar en una guerra que no sea justa. Aun así, existe un gran rechazo a que los robots de combate operen sin intervención humana directa, aspecto este último que resulta algo ambiguo y que requeriría una definición rigurosa de la comunidad internacional. Una de las opciones que se barajan para garantizar el control humano y la gobernanza de todos los robots, no solo los militares, es la incorporación de un código ético en su programa. La desestatalización de la guerra se verá muy favorecida por la automatización. Los robots se fabrican con materias primas comunes e incorporan tecnología de doble uso, civil y militar, por lo que serán asequibles en ámbitos no estatales como el empresarial, pero también el de las organizaciones terroristas, la delincuencia organizada y los señores de la guerra. Con el tiempo, las empresas militares privadas dispondrán de la tecnología y los medios materiales y humanos necesarios para convertirse en tecnológicas. Estos futuros contratistas tecnológicos contarán con personal civil altamente cualificado que operará sin entrar en combate directo, por lo que no necesitará tener entrenamiento militar específico. Los robots acelerarán, por lo tanto, el proceso de privatización de la guerra ya producido en los países que contratan los servicios de Compañías Militares y de Seguridad Privadas, como la norteamericana Academi (antigua Blackwater) y la rusa Wagner. Aunque en teoría, solo en teoría, las empresas contratistas militares únicamente llevan a cabo acciones de apoyo, al convertirse en tecnológicas podrán ampliar sin grandes dificultades su gama de operaciones incluyendo las de inteligencia y combate. En primer lugar, porque la robótica, el control remoto y la inteligencia artificial disminuirán muy considerablemente su exposición al riesgo físico. En segundo lugar, porque no se requerirá una preparación militar concreta para operar los sistemas autónomos de armas. Y, por último, porque las empresas tecnológicas dispondrán de personal mejor capacitado y con mayor estabilidad laboral de la que suele ser habitual entre los militares. A esta situación se añade el riesgo de que algunas de estas empresas eludan el control efectivo de la Administración y vendan sus servicios al mejor postor o que, de forma más o menos deliberada, pongan su tecnología a disposición de organizaciones que representen una amenaza a la seguridad. Diciembre - 2019 Armas y Cuerpos Nº 142 41


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