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14 MEMORIAL ARTILLERíA, nº 175/2 - Diciembre de 2019 de de veces después. Significar que el mode-lo K, se trataba de un modelo comercial, el cuarto rotor o reflector -el de la izquierda del todo-, tenía una posición fija inicial, y no se movía con el movimiento de las teclas. En los modelos posteriores de uso militar, se añadirían más rotores. Este sistema tan complejo, hizo pensar a los alemanes que la cifra era imposible de “romper” (término que se emplea al hecho de descifrar un código), y con la nueva necesi-dad impuesta por la guerra que comenzaría poco después, la fábrica de estas máquinas se nacionalizó y su producción tuvo un uso exclusivo militar. Sin embargo, la combinación de varios factores contribuyeron a la rotura de los có-digos, factores que nos proporcionarían sig-nificativas lecciones que aprender en nues-tros días. La rotura de los códigos comenzó en Po-lonia, en manos de matemáticos, entre otros destacar la figura de Marian Adam Rejews-ki, quien contó con la ventaja de haber dis-puesto de una máquina y saber cuál era la base de su funcionamiento, proponiendo una solución, pero que con la ocupación alemana fue imposible de desarrollar en su país. Esta solución fue adoptada por los in-gleses, que recibieron la ayuda excepcional de polacos y también de franceses. Estan-do a la cabeza del equipo de matemáticos, estudiosos del ajedrez y apasionados de los crucigramas, Alan Turing (a la postre consi-derado pionero y visionario de la informática como hoy la conocemos), en Bletchley Park, sede de la Escuela Gubernamental de Códi-gos y Cifras, situada en el condado de Buc-kinghamshire, a unos ochenta kilómetros de Londres, fabricaron unas máquinas de-nominadas "bombe” (una especie de ordena-dor electromecánico), que poniendo varias a funcionar al mismo tiempo, fueron capaces Enigma M4 Naval de descifrar las claves correctas siguiendo un sistema de catalogación. Pero a este éxito técnico/científico, contri-buyeron otra serie de acontecimientos más relacionados con la condición humana. Por un lado el hastío, mal empleo o negligencia, y por otro lado la observación, el ingenio y la perspicacia. Quizá el ejemplo más significa-tivo de este hecho, lo representa un mensaje que los matemáticos intuyeron que se tra-taba de una prueba, dado que un operador pulsó la tecla T repetidamente, y se sabía que una tecla nunca daría su propia grafía. Otros ejemplos fueron mensajes que se rei-teraban como saludos, felicitaciones, …, que proporcionaban una secuencia conocida. Y aunque los códigos se rompieron, este hecho no fue desvelado hasta mucho tiempo des-pués de terminada la guerra. En cuanto al modelo que nos ocupa, y cómo llegó a España, en la actualidad no es ningún misterio, aunque cuando se profun-diza se advierte que quedan episodios por resolver. Las primeras diez llegaron a España en el 1936, como apoyo de Alemania al ban-do nacional de la Guerra Civil Española. El cometido era el cifrado de comunicaciones entre mandos militares, y comunicaciones


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