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Zarzuelas de la época desde el anfi teatro y por la Patrona los propios Cadetes, con las niñas de la sociedad toledana se convertían en actores afi cionados representando en el mismo Teatro alguna pieza sin demasiadas complicaciones escénicas. Tenían los alumnos un perro mascota, Palomo, que les seguía en las marchas y que en cierta ocasión fue cogido por los laceros; se organizó la gran protesta contra el Ayuntamiento, llegando algunos exaltados a romper faroles, pero, al fi n se impuso el buen sentido y todo terminó en la devolución del perro y un baile con pastas en los salones del Ayuntamiento. Complemento de las clases teóricas era la Instrucción práctica, que se desarrollaba en las afueras de la Imperial Ciudad, en San Servando y, sobre todo, en el Campo de los Alijares, por el que antes y después han corrido y reptado todas las generaciones de Infantes del Ejército español; el Cigarral del Carmen, el Camino de la Fuente de la Teja, las afueras de Burguillos, el fortín Norte (del que en nuestros días ya no queda nada) ... conocieron el paso, el sudor y la alegría de los alumnos de la General que por allí se aplicaban en construir cestones o fajinas, recibir rondas, practicar la instrucción de combate formando el Cuadro o los “Ángulos Oblicuos” (amor de sus amores de su Jefe de Estudios, el Coronel Vázquez Landa, inventor también de las carretillas con las que practicaban el municionamiento ), volar fogatas pedreras con el Capitán Lagarde (que llevaba la dinamita por los bolsillos), realizar frecuentes ejercicios de tiro y, sobre todo, marchas, muchas marchas, a pie y a caballo, que terminaban unas veces en animados bailes en los pueblos visitados, después de andar treinta kilómetros, otras cubriendo carrera en el Corpus de Yepes, rondando el Castillo de Almonacid, probando el vino de Arganda, formando los Ángulos Oblicuos en Aranjuez, bailando en Guadalajara o paseando en los descansos por el Prado madrileño o en la Pradera del Canal. En cierta ocasión, la Sección de Zapadores Minadores “después de una jornada de 44 kilómetros, sin dar tregua al trabajo, ni permitirse el natural reposo, proyectó y tendió sobre el río Jarama un puente de circunstancias que, por su longitud, solidez, economía y sencillez, constituye un adelanto en el arte de la guerra y demuestra que la Academia General Militar trabaja en la vanguardia del Ejército”, como decía la Orden del General Director D. Manuel de la Cerda, del 27 de Mayo de 1892. En estas prácticas hubo un suceso triste; el 23 de Mayo de 1888, una mina cargada con sesenta kilogramos de pólvora explosionó en el momento de darle fuego a la mecha, lanzando al aire al alumno encargado de hacerlo, D. Carlos López Santisteban (III Promoción), que murió y al Teniente Profesor D. José Morales, que se había acercado para ordenarle que se retirara y, que sólo resultó con quemaduras en el uniforme. . En 1885, el Mando dispuso que se hicieran prácticas de campaña durante treinta días (que luego, por aquello de los recortes de presupuesto -que no son sólo cosa de hoy, se quedaron en quince), montándose un campamento de ciento cincuenta y tres tiendas de campaña, en el centro de las cuales se destacaba la del General Director Galbis, en Majazala, altura de 67 m. de elevación sobre el río Algodor y a 100 m. sobre la estación de ferrocarril del pueblo del mismo nombre. Enmarcaban el Campamento, por el Oeste, unas trincheras, por el Norte tres baterías, por el Este un escarpado inaccesible y por el Sur un reducto donde se abría la entrada, con una gran alambrada, un puente levadizo, dos fosos y tres baterías de cañones Krupp blindadas; en el centro estaba el almacén, el repuesto de municiones, blindado, y varios caminos cubiertos para el servicio interior del Campamento, todo ello construido por los propios alumnos. El comedor consistía simplemente en unas zanjas en el suelo, en cuyo borde se sentaban los comensales; de esta sencilla manera comió el Rey D. Alfonso XII cuando, en el mes de Mayo, visitó el Campamento. Pocos días después de esta visita, el 28 de Mayo de 1885, queriendo S.M. el Rey comprobar personalmente el grado de instrucción de la Academia General salió de Aranjuez a las dos de la madrugada, con dos Compañías del Regimiento de Infantería de San Fernando, en un tren especial, con la intención de sorprender el Campamento. Había una estación telegráfi ca, servida por alumnos, destacada junto a la estación de Algodor y en comunicación con Majazala, pero fue sorprendida y ocupada por una 110 Armas y Cuerpos Nº extraordinario 2019 ISSN 2445-0359


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