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Una gran proporción de caballería y el carácter ligero de la infantería eran elementos fundamentales de las dinámicas tácticas hispanas 93 y una espada corta. Era muy hábil en el combate individual pero no solía constituir formaciones cerradas. Los ejércitos celtíberos tenían una gran proporción de caballería, alrededor de un veinte por ciento de sus efectivos totales. Su apego por el arma montada ha quedado reflejado en sus objetos ornamentales, que mayoritariamente representan caballos y jinetes. La caballería hispana era muy rápida y apta para acciones de reconocimiento, hostigamiento al enemigo con armas arrojadizas y persecución. Habitualmente no cargaba frontalmente contra el enemigo y, en muchas ocasiones, desmontaba para enfrentarse a él. La cantidad y calidad de su caballería permitía a los celtíberos preparar la batalla informando sobre los movimientos romanos, hostigándolos o confundiéndolos. En la batalla, la caballería podía alcanzar rápidamente los flancos del enemigo y después de ella intervenía en la persecución o enmascaraba y cubría el repliegue propio. Esta gran proporción de caballería y el carácter ligero de la infantería eran elementos fundamentales de las dinámicas tácticas hispanas. Para llevarlas a cabo era necesario que contaran con líderes con una excelente visión táctica, circunstancia que no siempre concurrió a lo largo de las guerras con los romanos. Apiano nos relata que el segedense Caro fue elegido como jefe de las tropas combinadas de Numancia y Segeda por su experiencia en la guerra, que certificará el día de Vulcanalía, donde, desgraciadamente para su causa, perdió la vida. Sin duda, el gran líder de las armas hispanas fue Viriato, que consiguió derrotar en numerosas ocasiones a los romanos. Sus tácticas han sido calificadas de guerrilleras, pero el gran número de batallas que libró con los romanos y la entidad de sus ejércitos obligan a matizar este término. Sí era un maestro consumado en la guerra de movimiento, la maniobra rápida, los repliegues y los contraataques, al que los romanos solo pudieron neutralizar con la traición de tres de sus inmediatos colaboradores. El gran líder de las armas hispanas fue Viriato, maestro consumado en la guerra de movimiento, la maniobra rápida, los repliegues y los contraataques


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