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mandos allí también me facilitaron mucho la vida. quizás el mayor problema del «Príncipe» era tener a bordo a tantísima gente. Eso dificulta a veces las relaciones interpersonales, pero también te ayuda a fortalecer el carácter. Mi segundo destino fue la 3.ª Escuadrilla de Aeronaves, en la FLOAN (BN. Rota, Cádiz). El Augusta Bell 212 es para mí el mejor helicóptero existente, y poder trabajar en él, mantenerlo y, sobre todo, volar en él fue no sólo un cambio respecto al «Príncipe», sino una gran experiencia profesional. La vida en la Flotilla de Aeronaves no tiene nada que ver con la vida a bordo. El ambiente es más cercano y más relajado, sin perder de vista en ningún caso la profesionalidad. El trabajo es intenso y minucioso. El hecho de hacer volar un helicóptero cada día es increíble, y a veces perdemos de vista la importancia de lo que hacemos porque lo volvemos cotidiano. El año que estuve destinada en la «Tercera » dejó en mí una gran huella, y sinceramente, espero regresar allí algún día. Sin embargo, mi actual destino, el BAC Cantabria, es el que más me ha aportado personal y profesionalmente. éste ha sido mi primer destino como Sargento, y además donde he realizado la mayor navegación en mi corta carrera profesional: el despliegue a Australia. Casi un año fuera de casa, viviendo a bordo y «luchando» día a día por sacar el destino adelante, ha cambiado mi forma de ver y entender mi profesión, e incluso mi forma de ser. Ha supuesto un salto cuantitativo y cualitativo, que en ningún caso ha sido un camino de rosas. Cada segundo de cada día, cada acierto, cada avería, cada conversación, cada ejercicio, cada momento vivido en este año me ha ayudado a ser mejor Suboficial, a afianzar la decisión que tomé en septiembre de 2006 y a definir mi proyección profesional dentro de la Armada. Sin duda, el BAC Cantabria es mi destino, profesionalmente hablando. P.—¿Cuál es su visión particular de la integración de la mujer en la Armada, desde el punto de vista normativo y desde el punto de vista personal? R.—Desde un punto de vista normativo la mujer en la Armada está plenamente integrada. Excluyendo las situaciones inherentes a la maternidad, que evidentemente sólo nos afectan a nosotras, no encuentro ninguna norma que me haga sentir diferente respecto a mis homólogos masculinos. Aún es muy discutido el tema de la diferencia de exigencias físicas en las pruebas de acceso e incluso en durante los periodos de formación. Pero creo que esa discusión es vana, puesto que no atienden a una situación de discriminación, sino a razones biológicas y fisiológicas. Además, las diferencias entre lo exigido a un hombre y una mujer no son tan distantes, y la realidad es que, a bordo, cargamos igual con pesos, tiramos de estacha y realizamos los mismos trabajos que nuestros compañeros, aunque luego, a veces, tengamos más «agujetas» que ellos. Desde el punto de vista personal creo que aún nos falta. Este año en Australia me ha servido para darme cuenta que aún no estamos plenamente integradas, sobre todo como mandos. Es cierto que no somos muchas Suboficiales, en el caso de mi especialidad sólo somos dos, de hecho. Y aún hay muchos hombres que no terminan de vernos como mandos. Ocurre a todos los niveles, desde marinero hasta oficial, y si bien no es una situación de menosprecio o preocupante, sí que se nos percibe más como «madre» que como mando, y ello dificulta a veces el trabajo. Trabajando con la Marina Australiana pude comprobar que las órdenes dadas por una mujer no admitían discusión alguna, al igual que la dada por un hombre. En mi caso, más de una vez tengo que repetir la orden, no porque no se quiera cumplir, sino porque han adoptado una cercanía o familiaridad que no ocurre en el caso de mis compañeros masculinos. Particularmente creo que nos hace falta más tiempo como mandos para cambiar esa visión, pero creo que estamos en un buen camino y que llegará el momento en que no se nos vea como «mujeres», sino como «Suboficiales », «Oficiales» o cualquier otro empleo. P.—¿Ha tenido dificultades a la hora de conciliar su vida profesional con la familiar? R.—Hasta el día de hoy, afortunadamente no. Llevo casada apenas un año (desde septiembre de 2012) y la antigüedad de mi marido le ha permitido seguirme en mi periplo nacional de Escuelas. BIP 63 Sgto. Ciudad a punto de embarcar en el Taipan 820.


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