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REVISTA HISTORIA MILITAR 117

74 FERNANDO CALVO GONZÁLEZ-REGUERAL o esotro en que toda la Bandera, a sabiendas de que el edifico está minado, se presenta voluntaria para guarnecer el Clínico, lo que obliga a acelerar los relevos en una suerte de lotería demencial, valentísima: “... Veinte hombres morían cada quince minutos, veinte se salvaban... Veinte hombres morían cada quince minutos, veinte se salvaban...”), pero ya que nos dirigimos a una publicación de historia militar, aprovechemos ese párrafo que contiene el homenaje más explícito al Tercio (aunque esta novela no sea sólo eso, sino mucho más): “Gentes de bronce, con bronce en las almas y en la tez morena, verdinegra casi... Sé que la Legión es dura, heroica, terrible. En ella hay hombres y gentuza, dioses y bestias, románticos y criminales, ma-chos y canallas, ateos y creyentes, buenos y malos, fanáticos y serenos. Les une una cosa: el amor a España, la idea de la muerte y la moral de servicio y sacrificio: el credo legionario... Yo quiero ir a la Legión. Iremos al Ter-cio. Es una mezcla de pecados y virtudes, de vicios y caballerosidades, de demonios y de monjes y soldados. Pero la vanguardia de todas las cosas grandes es eso: carne de cañón. La gente de horca y de cruz, de espada y de navaja. ¡Qué bonito es ser águila o aguilucho en el Tercio!... Tenían una moral aparte de todas las demás: una moral de guerra, pues ellos eran eso: una maravillosa, heroica y arrolladora máquina de guerrear... Eran la vanguardia del mundo a los plantas de Dios.”13 Una disciplina férrea, que nos cuesta entender en las comodidades de la paz, recorre toda la obra, casi como tenue hilo conductor. Porque, sabido es, la disciplina es el vehículo que las sociedades han otorgado a sus ejér-citos desde tiempo inmemorial para convertir a los guerreros -combatientes individuales guiados no más que por su propio interés- en soldados, esto es, combatientes sometidos a un orden, a una causa, a una idea superior, lo que ha permitido al ejército como institución ser un instrumento civilizador a lo largo de la Historia. La disciplina, ‘nunca bien definida ni entendida’, ven-dría a ser así una forma suprema de servicio, el acto supremo del servir por servir o del servir sin pedir nada a cambio que los viejos infantes valoraban casi como una religión condensada en el verso de Calderón de la Barca: Aquí la más principal hazaña es obedecer, etc… Por eso, el acierto de Legión 1936, casi una intuición más que una idea elaborada, es haber identificado el alma del Tercio con la disciplina, con la obediencia antes que con el heroísmo y el valor temerario con que se suele identificar a esta unidad en un primer vistazo... La disciplina -que no la sumisión-, ejercida por un mando legitimado por el ejemplo personal y 13  La obra fue, al fin, reeditada en 2011 por la colección de novela de la editorial Galland Books, Valladolid, con ilustración de portada debida a Augusto Ferrer-Dalmau y estudio crí-tico del arriba firmante. Revista de Historia Militar, 117 (2015), pp. 74-90. ISSN: 0482-5748


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