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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 127

SUSANA GARCÍA RAMÍREZ Por su parte, el ministro de Hacienda, Miguel Cayetano Soler, comunicaba a Grandallana que tanto «la enorme deuda» acumulada durante la guerra como el temor al reinicio de las hostilidades decidieron «al Generalísimo, el señor Príncipe de la Paz, (…) emplear sus buques de la Marina de mucha carga y poco coste, en los transportes de azogues, papel y demás efectos de la Real Hacienda» (16). El último viaje de Nuestra Señora de las Mercedes, realizado para cumplir su postrera misión durante la paz de 1802 a 1804 Cursada la orden del Generalísimo al ministro de Marina, este envió a su vez, el 6 de noviembre de 1802, una real orden al capitán general del departamento de Ferrol, Félix de Tejada, para que habilitara con la mayor brevedad posible las fragatas de guerra Santa Clara y Nuestra Señora de las Mercedes, con objeto de «traer los caudales y efectos de Real Hacienda que hubiese prontos en aquella América». Su mando se confería respectivamente al capitán de fragata Diego de Aleson y al de navío josé Goycoa (17). Sin embargo, el mal tiempo y una avería sobrevenida en la Clara demoraron la partida de las fragatas hasta febrero de 1803, según informó Tejada a Grandallana: «Las muchas aguas y duros vientos que se experimentaron unido a haberse hecho necesario mudar el bauprés de la fragata Clara habiendo reconocido rendido el que tenía, han impedido su salida del arsenal y de la Mercedes» (18). Finalmente, las fragatas partieron de Ferrol hacia El Callao el 27 de febrero de 1803 empleando una práctica que se había demostrado altamente eficaz contra potenciales ataques corsarios: la navegación «en conserva» o en convoy, practicada ya por las antiguas flotas de Indias. Antes de partir, se realizaron los prescriptivos reconocimientos de fondos de los buques, en noviembre de 1802 en el caso de la Mercedes, y en diciembre en el de la Clara. Goycoa puntualizó que en el curso de esas operaciones la «Mercedes se desforró y se volvió a forrar con el mismo cobre pasado por el tórculo», y especificó que el forro se hallaba «sobre el vivo» (19). Aleson informó asimismo de que, también en el caso de la Clara, se «forró sobre el vivo con planchas pasadas por cilindro». Ambas precisiones aluden a una disposición de 1780 por la que se había ordenado que entre el cobre y la madera del casco se interpusiese papel de estraza, elemento que dos años después se ordenó sustituir por zulaque (pasta de betún). Cumpliendo ese mandato, la Mercedes había sido forrada en La Carraca en 1790, dos años después de su botadura en el astillero de La Habana (20). Pero la escasez de (16) Fechado el 19 de octubre de 1802, BRAH, jPG 11/8305(1). (17) AGMAB, Ferrol, RR.OO., leg. 5984. (18) 22 de enero de 1803, BRAH, jPG 11/8305(10). (19) BRAH, jPG, 11/8305(59). (20) AGMAB, leg. 3563. 32 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 127


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