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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

16 CARLOS J. MEDINA ÁVILA regular y agilizar su enseñanza, los monarcas españoles impulsaron, desde mediados del siglo XVI, la creación de centros y escuelas de formación de artilleros. De forma excepcional, cuando faltaban artilleros reconocidos u ordinarios, eran contratados individuos sin instrucción suficiente, que reci-bían la denominación de artilleros extraordinarios, procurando que, dentro de lo posible, se eligiesen entre aquellos que ejercían algún oficio próximo a la artillería, a los que se les proporcionaban posteriormente la formación adecuada adiestrándose al lado de los artilleros ordinarios. Si la necesidad era acuciante –y había presupuesto en las arcas reales–, se contrataban arti-lleros extranjeros, principalmente alemanes e italianos, para completar las dotaciones, a lo que Collado se mostraba contrario pues “… tantos Artilleros Tudescos como en los exercitos nuestros fe han hallado. Los quales tienen de costumbre, y aun por muy grande honra el emborrachar á menudo. Lo que entre nuestros Efpañoles fe tiene por infamia y vituperio … que quando efte verano paffado fe enviaron Artilleros Tudescos a Efpaña, me tocó por horden del Gouernador del Eftado examinar a algunos de ellos, los quales en materia de Artillería no hubo hombre que fupieffe cortar una Cuchara, ni dar el viento a una bala, ni terciar una pieça… (Además) Contauame Sancho Dávila, que hallando fitiado el Caftillo d’Anuers, donde por falta de Artilleros Efpañoles, eran cafi todos Flamencos los que allí hauía…que fu Artillería no hazía efecto … que todos los tiros eran vanos, porque o los tiraban fin meter balas, o faluauan por encima las trincheras”9. Con respecto a lo anterior, Carrasco y Sayz cita como ejemplo que “… el siguiente año de 1544, el teniente de capitán de ar-tillería Luis Pizaño, dio instrucción a Pedro Iñiguez y otros dos artilleros ordinarios de Fuenterrabía, para que por ella se ense-ñase a los 11 extraordinarios que por entonces habían de ingresar. Prevenía tuvieran oficios de carpinteros, herreros y otros propios de la artillería, y cuando trabajaban en ellos se les daría su jor-nal, aunque no en la guerra, que lo habían de hacer por el suyo de artilleros. Mientras aprendiesen tendrían dos ducados al mes, y después se les harían sus partidos según sus habilidades; pero si en cuatro meses no aprendían el oficio de artilleros, quedarían 9  COLLADO, Luís: Plática Manual de la Artillería. Milán, 1592. Facsímil editado por la Academia de Artillería. Segovia, 1985, folios 102 posterior y 103 anterior. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 13-72. ISSN: 0482-5748


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