Page 23

REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

DE LA ESCUELA A LA ACADEMIA. LOS CENTROS DE... 23 tenían defectos físicos. Los que terminaran su aprendizaje como artilleros debían estar siempre localizados y en disposición de prestar servicio. Para el ingreso tenían preferencia aquellos que practicasen un oficio que estuviese relacionado con la artillería, tales como herrero, cerrajero, carpintero, can-tero o similares. Se les preparaba para que supiesen y entendiesen cada uno de los modelos de piezas de artillería y los materiales de que estaban hechas, los encabalgamientos, el modo de asentar los cañones y de tirar con ellos. La explicación se acompañaba con prácticas de tiro, para lo que se entregaba a los alumnos la pólvora y las pelotas, pero con la condición de que aquellas que perdieran las habrían de pagar de su bolsillo. Las lecciones tendrían lugar todos los días, salvo los domingos y fes-tivos. Para las prácticas, se ordenaba a la ciudad de Cádiz que entregase y llevase a Sevilla una pieza de artillería para uso de la escuela, con las pelotas de hierro necesarias, y dos quintales de pólvora de buena calidad, de la que debía hacerse cargo el propio Ferrufino. El 6 de marzo de 1592 empezaron las clases con los setenta y cuatro alumnos que se habían alistado hasta esa fecha. Esta vez, la gestión de Ferrufino debió ser eficaz, pues en 1593 eran ya casi doscientos los artilleros habilitados por la escuela. El segundo centro, fundado en 1575, estaba a cargo del Artillero Mayor de la Casa de Contratación, Andrés Espinosa, quien recibió las instrucciones para regularlo en 1576. Bajo el control del Consejo de Indias, se dedicaba de forma especial a preparar artilleros para la carrera de Indias, tan necesa-rios en una época en la que los convoyes españoles con destino a América tendrían que defenderse de los ataques de piratas y corsarios ingleses, fran-ceses y, más tarde, de los holandeses. A la muerte de Espinosa en 1592, el centro se reformó y se unió con el de Ferrufino. Suspendidas ambas escuelas temporalmente, la imperiosa necesidad de disponer artilleros para la flota de Indias urgiría al Consejo a su reapertura mediante una Real Cédula de 6 de mayo de 1595, recayendo la tarea en Francisco de Molina, al que se le enco-mendó la misión de resolver las admisiones, los exámenes de artilleros y la concesión de cartas de preeminencias. En 1577, se estimó la conveniencia de que se también se habilitasen artilleros de tierra “…para que cuando fuese preciso, como lo habrá de ser, acrecentar y poner artillería en Cádiz, Gibraltar y Cartagena, por sus nuevas fortificaciones, y para otros presidios de Berberia y de las Indias, de que hay tanta necesidad, hubiese recado bastante de artilleros españoles”29. 29  CARRASCO Y SAYZ: op.cit., serie 3ª, tomo XVII, 1888, pág. 427. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 13-72. ISSN: 0482-5748


REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA
To see the actual publication please follow the link above