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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

INGENIERÍA MILITAR DE ARMAMENTO: UN BIEN DE... 293 nocimiento matemático” buscaron en academias específicas que se fueron constituyendo con apoyo de la Corona, de los capitanes generales de la Ar-tillería, o incluso por iniciativas particulares, la formación necesaria para satisfacer sus inquietudes o lograr la promoción a otros ámbitos profesio-nales9. La enseñanza en esas escuelas se ejecutaba por el método entonces universal de dictar las lecciones que los alumnos copiaban, pasando esos escritos a formar parte junto con la caja de instrumentos, del material nece-sario para el ejercicio profesional tras superar el correspondiente examen. Esas academias a las que nos hemos referido, dotaban a los alumnos de los conocimientos teóricos entonces existentes en los dominios de la Arit-mética, la Geometría, la Trigonometría, la Cuenta de los Sólidos, la Hidráu-lica, la Estática, la Astronomía,… así como su aplicación a la Artillería y las Minas, la Navegación y lo que hoy sería la Topografía, la Metalurgia y la Fundición, la Edificación Civil y la Fortificación, el Arte de Escuadronar, Geografía y Cosmografía… y el conocimiento y manejo de todos los ins-trumentos necesarios para su aplicación, así como de las piezas de artillería para poder aplicarse en la forma de hacer punterías. No había especializaciones. Como vemos se trataban de auténticas es-cuelas Politécnicas que enseñaban en toda su extensión los saberes técnicos de la época a alumnos que en su mayoría ya eran militares, pero también a los paisanos (por lo general ya con un oficio, preferiblemente relacionado con la artillería). Los alumnos recibían todas esas enseñanzas, que por lo general tomaban entre 2 y 5 años, según los casos, y tras superar el examen recibían patente de sus conocimientos. Ésta les servía para presentarla a su maestre a los que ya eran militares o para presentarse como “matemáticos prácticos”, o ejercer como artilleros, “entretenidos” trabajando con ingenieros experi-mentados10, u optar a puestos de cosmógrafo, maestro de obras o arquitecto, 9  La universidad española mostraba por entonces poco interés en la enseñanza de cono-cimientos prácticos en esas materias y además impartía las lecciones en latín, lo que constituía una barrera para muchos. Por ello, la enseñanza de las Matemáticas Practi-cas se limitó al ámbito de las academias que se mencionan o al Colegio Imperial que la Compañía de Jesús regía en Madrid, y que a su vez fue continuación de la Academia de Matemáticas de la Corte. 10  Los títulos de Yngeniero los concedía el Consejo de Guerra tras el estudio del ex-pediente remitido por el solicitante, Se tiene constancia que el Consejo tomaba en consideración no solo su formación, sino su experiencia militar y su aprendizaje ayu-dando a un ingeniero experimentado que debía informar de sus capacidades. Esto se puede ver en la documentación archivada del capitán Cristóbal de Rojas, así como, que muchos solicitaban el título después de una larga experiencia ejerciendo el oficio (actuando como “entretenido” de un ingeniero más experimentado), como se observa en el expediente del capitán Pedro Ochoa de Leguizamo que, basándose en su expe-riencia, fue examinado para el reconocimiento del título por Firrufino, no constando sin embargo que hubiera recibido formación específica en ninguna academia. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 289-358. ISSN: 0482-5748


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