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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

INGENIERÍA MILITAR DE ARMAMENTO: UN BIEN DE... 301 ostentar el título de “academias”, que quedaba reservado para la que dicho cuerpo regentaba en Barcelona18. Estas escuelas, y en particular la de Cádiz serían el antecedente directo del Real Colegio, al que entregarían sus efec-tos, libros e instrumentos. La llegada al trono español de Carlos III en 1759, provocó nuevos cam-bios importantes regidos por la figura de quien había dirigido su artillería en Nápoles, el conde de Gazola. Sus ansias de renovación se plasmaron en la publicación de una nueva ordenanza el 29 de enero de 1762 (Reglamento de nuevo pie para la reorganización del Real Cuerpo de Artillería), que ence-rraba en su espíritu la unificación del Cuerpo y de los métodos de enseñanza. En efecto, se integraron los oficiales el E.M. de la Artillería y el Regimiento, comprendiendo además dentro de la corporación el cuerpo de Fundidores y el de Cuenta y Razón de Artillería, a los que acompañaban las compañías de obreros. Se establecía además la organización de una Compañía de Caballe-ros Cadetes en Segovia, que puede considerarse como la primera auténtica escuela militar que existió en España para formar oficiales desde su ingreso en el Ejército (antes se les recibía previamente instruidos). Ésta supondría el germen de lo que 2 años más tarde sería el Real Colegio. En preparación quizás de ello, se había decretado la extinción de las mencionadas escuelas de Cádiz y Barcelona el 12 de marzo de 1760, si bien la de Cádiz, que ha-bía recogido ya los efectos de la Academia de Matemáticas de Madrid, que hemos visto existía desde 1756, continuó funcionando pero para preparar alumnos de Ingenieros; aunque posteriores protestas del cuerpo de Artillería consiguieron que el cuerpo de profesores de la de Cádiz pasase a estar for-mado por oficiales de Artillería y se formase a los que querían ingresar en el Cuerpo. De hecho, ésta fue, como se ha indicado, la que dio el relevo al Real Colegio, refiriéndose (Vigón) que los primeros libros que entraron en la biblioteca de Segovia tenían todos etiqueta de la escuela de Cádiz. Una vez que se van consolidando los conocimientos técnicos que ob-tienen los oficiales de artillería en el Real Colegio, y siguiendo el espíritu de las decisiones de Gazola, estos se van aplicando a la explotación de la fábrica de Sevilla y a la de otras fábricas militares que progresivamente se irían poniendo a cargo del Cuerpo: En 1793 la fábrica de Armas de Oviedo, y la de municiones gruesas de Trubia, y por la Ordenanza de 1802 la fábrica de Pólvora de Murcia, la de piedras de chispa de Loja y la de municiones de Orbaiceta. A éstas se unirían a mediados del siglo la Pirotecnia militar de Sevilla y la fábrica de Pólvora 18  Distinta de la mencionada hasta aquí. Ésta se había creado por Verboom a imagen de la de Medrano de Bruselas, pero ya para formar sólo componentes del nuevo Cuerpo de Ingenieros. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 289-358. ISSN: 0482-5748


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