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32 COLABORACIONES las consecuencias de esta singular característica ha sido, como ya hemos visto anteriormente6, la extrema rivalidad entre los propios musulmanes. Pero la consecuencia que más afecta a nuestra sociedad «occidental» es la posibilidad de una interpretación manipulada, parcial, radical y subversiva del Corán capaz de crear y movilizar masas de fanáticos, mediante proclamas contra la «corrupción occidental», las «conspiraciones judías» o la «ignorancia del mundo» contemporáneo ante la verdad absoluta revelada al profeta que, a la postre, se traduce en un llamamiento a la Yihad7 contra los «enemigos del Islam» (norteamericanos, judíos… etc. e, incluso, a los denominados falsos musulmanes). En este marco de interpretación, se puede llegar a considerar «infiel» a todo aquel que «ataca» al Islam (aunque ese ataque se reduzca a una mera oposición a posturas radicales), a la totalidad de los que no profesan esta religión e incluso a los musulmanes que abandonan la «verdadera fe» (“kaafir») 8 y aquellos que, profesándola, se oponen a las ideas más radicales, es decir, los moderados. Esta es realmente la parte negativa que afecta a esta religión, y en esto consiste el denominado «islamismo». Analicémoslo con más detalle. Sin que exista una definición clara y coherente, se puede afirmar que el islamismo comienza desde el momento en que existe una injerencia de la religión islámica no sólo en la política, sino también en la esfera social, cultural, educativa y económica. Se materializa mediante la imposición de preceptos basados en los dogmas del Islam y pueden ir dirigidos a personas en particular, a un reducido entorno, a un sector de la sociedad más amplio pudiendo afectar, incluso, a naciones enteras9. El islamismo, en sí mismo, es un término relativamente moderno, si bien han existido movimientos similares a lo largo de la historia como el Ibn Taimiya (1263-1328) y los wahhabitas (del que se tratará más adelante), entre otros. Surgió como una reacción ante el intento «fallido»10 de la democrati- 6  Véanse las ramas del Islam. 7  Posteriormente se detallará este término. 8  Un takfiri es un musulmán encargado de acusar a otros musulmanes de apostasía. Los takfiris constituyen una secta que ha traducido este rigorismo islamista en un objetivo político: acabar con todos los gobiernos no islámicos. 9  En la actualidad, ésta es la característica principal en la mayoría de los estados islamistas. 10  Se emplea el término «fallido» en el sentido de no lograr las perspectivas previstas de desarrollo y bienestar social del país en cuestión, como es el caso del modelo socialista del nacionalismo árabe. zación de ciertos países islámicos, haciéndose más popular a finales del siglo XX. La raíz del islamismo se encuentra en el fundamentalismo islámico que, una vez sobrepasadas las fronteras del pensamiento puede derivar en el integrismo islámico, en la Yihad islámica, pudiendo llegar a la variante más peligrosa de ésta que es el terrorismo islámico11; todos ellos tienen puntos en común, pero no son sinónimos. El islamismo no se debe entender como un movimiento en bloque, sino muy diverso, con unas características que pueden llegar a ser muy diferentes según el entorno donde se desarrolle, pudiendo incluso llegar a evolucionar a variantes radicales. Ello es debido a que, pese a que la religión juega un papel importante, no es exclusivo, (aunque ha sido y sigue siendo el pretexto fundamental para aquellos que optan al poder mediante una «islamización » cuyo resultado puede tener forma desde un islamismo moderado a un terrorismo islámico). Conformarán en gran medida estas características ciertos factores internos y externos de cada país, pudiendo dar lugar, incluso, a posturas rivales dentro del propio entorno. Algunos factores internos que han jugado un papel esencial han sido: las infraestructuras, el nivel cultural, los recursos, el bienestar, el nivel de corrupción del gobierno… etc. En cuanto a los externos, ha destacado por excelencia la situación geográfica, que puede resultar estratégica para los intereses económicos de otros países; además, influyen su potencial bélico, sus alianzas… etc. Por lo tanto se puede afirmar que el islamismo, como tal, nunca ha sido político, unitario y supranacional; que no tiene un gobierno común ni mucho menos un ejército y que tiene características propias en cada país. Hay dos acontecimientos cruciales y coincidentes en el tiempo que sirvieron para potenciar este movimiento político-religioso: el triunfo de la revolución islámica iraní y la invasión soviética de Afganistán12. El triunfo de la revolución islámica en Irán supuso un referente ideológico para todos aquellos 11  Obsérvese que se ha empleado el adjetivo de «islámico» en todos los términos, ya que cada uno de ellos, excepto el de Yihad, puede ser empleado en otro contexto diferente al del Islam. 12  De ambos acontecimientos ya he tratado en sendos monográficos. En estos, se describen desde sus orígenes hasta sus consecuencias en forma de conflictos a nivel internacional.


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