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MEMORIAL CABALLERIA 71

81 LA CABALLERIA EN OPERACIONES HISTORIA La leyenda cuenta que el Cid fue capaz de ganar una batalla después de muerto. Lo que cuentan algunos es que tras su muerte, y ante un ataque musulmán, el Cid fue montado sobre su caballo y atado para que no se cayese. Aquella presencia hizo que los almorávides huyeran del campo de batalla. Lo que sí parece que ocurrió es que el cadáver del Cid fue embalsamado y expuesto sentado en su trono. Cuando el 5 de mayo de 1102 se evacuó la ciudad, doña Jimena se llevó consigo los restos de su esposo y lo enterró en el monasterio de San Pedro de Cardeña, donde también sería enterrada ella años más tarde. No vamos a contar aquí todo el periplo que le ocurrió a sus restos hasta la llegada a la Catedral de Burgos el 21 de julio de 1921, y que fueron muchos. CONCLUSIÓN Ni el mismísimo Cid Campeador podía imaginarse la trascendencia de su vida tras su muerte. Todos los juglares posteriores a su muerte contarían en forma de cantares de gesta su vida y sus hazañas, así como acrecentarían su leyenda. Para finalizar, destacar al Cid como un ejemplo a seguir por todos los jinetes; destaquemos su humanidad, el empeño en proteger a los débiles; su historia de amor con doña Jimena; la lealtad que tuvo siempre con su rey a pesar de sus desavenencias con éste; la fidelidad de sus hombres que le siguieron sin importar adónde, y destacar al genio militar que llevaba dentro, ya que según algunos historiadores era un hombre adelantado a su época. «Fue uno de esos caballeros capaces de aprovechar una coyuntura extraordinaria para convertirse en uno de los grandes triunfadores del siglo XI, nadie como él supo entender lo que estaba ocurriendo y los cambios que estaban propiciando los nuevos tiempos», según dijo José Luis Corral. BIBLIOGRAFÍA – Cantar del Mío Cid. Edición de Francisco Marcos Marín. – Cantar del Mío Cid. Autor Anónimo. Traducción al castellano moderno por Pedro Salinas. – El Cid Campeador. López Estrada y otros. Ed. Castalia. 2002. – Verdad y Leyenda. José Luis Olaizola. 2003. – El Cid. El último héroe. José Luis Olaizola. Ed. Planeta. 1989. – El Cid. La espada de la Reconquista. González Pérez y otros. Ed. Almena. 2004. – Las Huellas del Cid. José María Garate Córdoba. Ed. Aldecoa. 1955. Estatua del Cid. Obra de Mr. Huntington, a la entrada de la «Hispanic Society of America» en Nueva York. La Tizona, espada del Cid. Propiedad de los Marqueses de Falces. Donada al Museo del Ejército.


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