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BOLETIN SANIDAD MILITAR 20

2014 TRIBUNA DE HUMANIDADES 23 RELACIÓN NUMÉRICA DE BAJAS CAUSA Nº % TOT. Beriberi 6 10 “Enfermedad” 4 7 Disentería 3 5,3 Total muertos por enfermedad 13 23 Muertos por bala 2 3,5 Herido por bala 8 14,3 Herido por metralla 5 9 Herido sin especificar 1 1,8 Total heridos 14 25 Total bajas de combate 16 28,5 NOTAS 1 B elaústegui Fernández, Alejandro. Rogelio Vigil de Quiñoñes y otros médicos militares ejemplares. Ed. Ministerio de Defensa, Madrid, 2007. Se trata del segundo tomo de la magnífica serie “La lucha contra el olvido”. Belaústegui lo cita como Teniente Médico Provisional y sin embargo en las fuentes de la época se le cita como Médico provisional. Herrera de la Rosa, A. Rogelio Vigil de Quiñones, en Sanitarios militares en Filipinas, 1521-1898. Mº Defensa, Madrid, 2012. Pp. 24-29. El Coronel Médico Herrera de la Rosa contribuye en el Tomo VII de La lucha contra el olvido a dar a conocer más datos sobre la biografía del médico de Baler. 2 Martín Cerezo hace hincapié siempre en la circunstancia de que el Capitán no era el jefe del destacamento. Sin el absurdo de querer quitar un átomo al mérito y a la gloria de Martín Cerezo, a mí me la lectura de su relato me da un tufillo de ansia de protagonismo, hecho que desde luego refuerza el carácter humano del teniente. Las Morenas se vio obligado a utilizar como ordenanza a un preso filipino, ya que no tenía derecho a ordenanza del destacamento y, probablemente por no distraer hombres, el teniente Alonso no se lo proporcionó. 3 La infantería estaba dividida entre Infantería de línea, que podríamos decir que era la clásica y cazadores que se movían en guerrillas. 4 El primer director fue Patricio de la Corte. 5 Memoria reglamentaria del Hospital Militar de Joló correspondiente al año 1891. Ed. Estab. Tipo-litográfico de Ramírez y Comp. Manila, 1892. 6 Respondía bien al sulfato (solución) o al valerianato (píldoras) de quinina. 7 L a congestión cerebral es un cajón de sastre (entonces los médicos eran muy amigos de los cajones de sastre) y se corresponde funda-mentalmente con golpes de calor, hipertensión arterial y hemorragia cerebral. 8 Plaza Torres, J. F. y Vijande Fernández, J. La sanidad naval en Filipinas durante el siglo XIX. Med Mil (Esp) 59(3), 2003. Pp 43-51. Los autores, tras dan a conocer esta obra, y proceden a su análisis detallado. Terminan el trabajo analizando otros aspectos que no son de nuestro interés en estas líneas. El autor Enrique Mateo Barcones, Primer Médico de la armada, publica su obra en Madrid en 1895. 9 Era muy frecuente su aparición a los pocos días de llegar; a pesar de ser aparatoso y muy incordiante por su prurito, se trataba de un pro-ceso autolimitado en cuatro u ocho meses. 10 La pelagra fue estudiada por el español Gaspar Casal en 1735 y ya postuló entonces su etiología carencial. En 1914, el Servicio de Salud de los Estados Unidos encomendó al Dr. Joseph Goldberger (1874-1929) el estudio de la enfermedad que tenía una alta incidencia en las zonas rurales pobres del país. Goldberger pasó los últimos años de su vida profesional intentando desterrar el carácter infeccioso que se atribuía a la enfermedad e intentando demostrar, igual que había sugerido Casal, que era un proceso carencial. 11 El concepto de entonces de “país cálido” era el equivalente al algo posterior de “país tropical”; ambas denominaciones coexistieron hasta casi mediado el siglo XX. 12 Hace referencia a variedades de las fiebres palúdicas: intermitentes, continuas, graves, hipertérmica perniciosa de Manila y fiebres com-binadas; muchas de estas entidades nosológicas no eran paludismo, tratándose probablemente de otras arbovirosis. Así mismo habla de paludismo larvado propio de la isla de Balabac con sintomatología fundamentalmente nerviosa (¿?). Por último, menciona la caquepsia palúdica como una forma clínica más. 13 Bernard, P. N. Recherches sur le beriberi. Ann. Inst, Pasteur, 1931, pp. 508-578. El autor involucra al Bacillus asthenogenes en la etiología de la enfermedad. 14 Martín Cerezo que no pasó enfermo ni un día del asedio, llegó con tal agotamiento a Manila que tuvo que ser hospitalizado inmediatamen-te, pudiendo participar solamente en un ágape de los muchos que les ofrecieron. Incluso cuando embarca rumbo a España confiesa no ir muy católico. 15 Una excelente relación de la vida de Vigil de Quiñones aparece en la referencia citada más arriba de Belaústegui. Cualquier cosa buena que se diga de Vigil de Quiñones quedaría ridícula comparada con la realidad de su vida y con el ejemplo de su humildad, de su sacrificio y de su disciplina. 16 Indudablemente y afortunadamente hay de todo, como en la viña del Señor. Pero el que ciertas manos permanecieran inermes de pluma y papel se hace notar mucho. Por ejemplo: es difícil de comprender la desgana a escribir de ciertas cabezas visibles como Mariano Gómez Ulla o Rogelio Vigil de Quiñoñes que se quedaron para ellos, y el mando de sanidad se lo permitió, unas experiencias únicas. 17 Aun hoy día, se puede leer lo complicado e incómodo que resulta llegar por carretera. 18 Sin duda la presencia de un oficial veterinario (bromatólogo), como ocurre hoy día, hubiera evitado el desastre, pero eran otros tiempos. 19 Se enterraron también algunos cadáveres del enemigo caídos en la misma pared del corral y que no fueron recogidos por sus camaradas. 20 Uno de los últimos enterramientos que se efectuaron en el Mausoleo fue el de los restos de Rogelio Vigil de Quiñones trasladados el 25 de junio de 1945 desde la localidad de su fallecimiento (Belaústegui, op. cit. pp. 47).


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