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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA Nº 314 FEB 2015

Yihadistas del corazón de Europa Nos vamos a Siria a luchar por Alá. Pagan bien». Este es el mensaje de whatsapp que consta en un informe policial que envió un joven de Barcelona a un amigo el pasado diciembre. Uno más de los miles similares que circulan entre muchachos europeos que, en un momento determinado, rompen con todo lo conocido y parten hacia una guerra que no es la suya para dar un sentido a su vida en la muerte. Algunos son muy jóvenes, unos rurales, otros urbanos, de entornos desfavorecidos o de clase media. No todos son musulmanes, algunos son conversos. Apenas una semana después de los atentados de Francia fueron detenidos en Ceuta cuatro islamistas armados, entrenados en Siria y dispuestos a inmolarse. Durante el año 2014, la policía y la Guardia Civil detuvo en España a 47 presuntos yihadistas. Tras analizar sus expedientes los expertos sacan varias conclusiones: que el poder de enganche del Daesh supera con creces al de Al Qaeda; que la captación ya no se realiza en las mezquitas sino en las redes sociales; y que cada vez son más las mujeres dispuestas a desplazarse a Irak o Siria para convertirse en esposas de los terroristas. Pero la gran pregunta es, ¿por qué? ¿qué lleva a estos jóvenes a sumarse a esta locura sin sentido? Hay diferentes teorías, pero todas hablan de una combinación de factores. El principal es la falta de valores, verse atrapados en un movimiento generacional caracterizado por una forma de nihilismo. Buscan en la lucha un sentido a una vida frustrada. Mohamed Ali Adraoui, autor del ensayo El Salafismo globalizado establece, salvando las distancias, un paralelismo con la capacidad de movilización de una ONG. «Personas que necesitan sentirse útiles se apresuran a ir donde creen que las necesitan». En este caso, la catástrofe es el conflicto sirio. Y aquí juega un importante papel la incultura, el fanatismo. Cuanto más endeble es la formación musulmana de los candidatos a la yihad, más fuerte es su adhesión a las profecías mesiánicas de los mártires. Por último, los expertos coinciden también en el papel que juegan las nuevas tecnologías. Mediante técnicas de secta, los reclutan por internet y los llevan a un mundo virtual aislados, apartados de su entorno, en el que nuevos amigos (jóvenes en situación similar que suelen contactar a través de la red y conocerse físicamente) se convierten en su nueva familia bajo el regazo de un líder carismático. Otro rasgo es el culto a la violencia, a la muerte. Los videojuegos en los que vence quien más gente mata captan la mente de estos muchachos ensalzando el asesinato como un triunfo. Un buen ejemplo es el perfil de los tres terroristas franceses. Chérif Kouachi, de 32 años, había sido ya condenado en 2008 por haber participado en una red de captación y envío de combatientes a Irak. Fue condenado a tres años de prisión, de los que cumplió 18 meses. Nacido en París, de familia tunecina, era un chaval de la periferia francesa que soñaba con ser cantante de rap. En 2005 grabó un vídeo cantando que fue difundido por la televisión francesa en un programa de jóvenes talentos. Pero, en meses, Chérfi se convirtió en Abu Issen. Fue discípulo de Djamel Beghal, uno de los más importantes captadores de Francia y él mismo se encargó de reclutar a su hermano mayor, Said, de 34 años. Juntos viajaron de forma ilegal a Yemen en 2011 donde recibieron entrenamiento. Amedy Coulibaly, de 33 años, era un delincuente de poca monta que, como Chérif, también cayó en las redes de Djamel Belghal. En 2019 formó parte de una comisión de jóvenes recibida en el Eliseo por el entonces presidente Nicolas Sarkozy como ejemplo de «reinserción social». Un año después fue detenido por participar en un intento por liberar de la cárcel a un islamista del Grupo Armado Islámico Argelino (GIA). Salió de prisión en marzo de 2014. de financiación e instruir y respaldar a los gobiernos y fuerzas locales para que sean capaces de defenderse por sí mismos de esta amenaza. Algo que ya se está haciendo desde hace años en misiones como las que tiene la Unión Euroepa en Malí y Somalia y, desde el pasado mes de septiembre, con la coalición Internacional anti Daesh. «El yihadismo es una amenaza global que requiere una respuesta global y duradera. Hay que vencer no sólo a los terroristas, sino también a la ideología que le subyace». Afirmaron el pasado 22 de enero en Londres el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, su homólogo británico, Philip Hammond, y el primer ministro iraquí, Haider Al Abadi. Lo hicieron en una declaración conjunta que resumió toda la convicción y firmeza de los 60 países que forman la coalición internacional y en la que reanudaron su compromiso por mantener los bombardeos selectivos y el entrenamiento a La coalición multinacional ha logrado detener el avance yihadista en Siria e Irak las fuerzas locales que combaten sobre el terreno. En un balance de la misión, el secretario de Estado norteamericano afirmó que «En Irak la coalición ha logrado frenar la inercia del Daesh y, en muchos casos, se les ha hecho retroceder ». Las fuerzas en tierra, ha explicado Kerry, «han sido apoyadas por más de 2.000 bombardeos aéreos». Se han recuperado 700 kilómetros cuadrados de territorio que estaban en manos del Daesh y se ha eliminado, dijo, al 50 por 100 de los altos mandos de la organización. Se ha detenido a decenas de militantes de diversos países y se han inutilizado centenares de pozos de petróleo que servían para financiar la organización, dañando su situación económica. Kerry destacó, por último, el amplio consenso logrado entre la comunidad internacional y, en especial, la musulmana porque «muchos países consideran que el Daesh constitu- Marcial Guillen/EFE 8 Revista Española de Defensa Febrero 2015


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