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BOLETIN INFANTERIA MARINA 18

en Jefe, precisando además que ése era el único camino a seguir30. A finales de julio —poco después de su viaje a Cádiz— propuso a las Cortes que se nombrase al Dr. Rovira para una plaza de Maestre-Escuela (Capiscol) de la catedral de Vic, como premio por la hazaña de Figueras, de la que tomaría posesión al acabar la guerra, propuesta que fue aceptada por la cámara31 después de viva discusión. En las escasas dos semanas que estuvo el brigadier en Cádiz, se le tributaron muchas atenciones estamentales y populares, como no podía ser menos por su mérito en campaña32. El 28 de junio abandonó la capital a bordo de la goleta corsaria Patriota33 —llegada el 15 con correo de Cataluña, Valencia y Algeciras34—, en compañía del general Luis Lacy, nuevo Capitán General de Cataluña, navegando en conserva con el navío Algeciras y un místico, los tres con bandera del Rey, arrumbando a levante35 y llegando al Principado a mediados de julio36. Rovira portaba 9.024 pesos fuertes y 10 reales de vellón, una partida de plata labrada para acuñar moneda en la ceca catalana 50 BOLETÍN DE LA INFANTERÍA DE MARINA y algunos efectos medicinales. El dinero obtenido era producto de la suscripción abierta semanas atrás por el Duque del Infantado en Cádiz y que recogió D. Juan Rovira y Formosa37 en su domicilio de la calle Comedias de esa ciudad. Cabría finalmente preguntarse por el verdadero motivo del viaje a Cádiz del brigadier. Algunas fuentes suponen que su presencia en la ciudad se debía más a la idea de defender la memoria del marqués de Campoverde ante — descontenta con su forma de conducir la guerra en Cataluña y, sobre todo, con la defensa de Tarragona—, y a intentar convencerla para que empeñara más fuerzas en el Principado que descongestionara la presión enemiga sobre el castillo de Figueras, que a la mera recaudación de una cantidad relativamente exigua de dinero, muy inferior a la capturada en la fortaleza ampurdanesa. En este sentido el aspecto monetario bien podría haber sido una cortina de humo que enmascarara su objetivo principal que era la defensa de su antiguo comandante y la petición de más tropas, muy necesarias para reforzar el castillo y abrir un segundo frente en Cataluña, en el Ampurdán, que diera fuerza y posibilitara el corte decisivo de las principales comunicaciones terrestres y marítimas con Francia de forma prolongada. El brigadier barón de Eroles, superior inmediato del teniente coronel Rovira en 1810, cuando el general Enrique O’Donnell era el comandante del 1er Ejército, pensó ya en esa época en la conveniencia de coordinar el asalto a la fortaleza de Figueras con un desembarco hispanoinglés en el golfo de Rosas, y convenció a los ingleses, que empezaron a perfilar sus planes. Como operación previa, era menester tomar las islas Medas, frente a la desembocadura del Ter, en Torroella de Montgrí, como base desde la que mantener una presencia naval aliada más estrecha y permanente sobre la costa ampurdanesa38. La idea era buena, porque, como demostró la realidad, con el sitio de Figueras los franceses desatendieron la guarnición de los pequeños puertos de la costa que les permitían cierta protección de su tráfico de cabotaje con Francia, cordón umbilical del que dependía el suministro a Barcelona, HISTORIA


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