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REVISTA IEEE 2

26 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 2 / 2013 occidental no habría cambiado, puede que los medios para conseguirlo sí. Si Pakistán ya no ve una vuelta al régimen talibán en Afganistán como algo deseable, podría promocionar una solución que implique un poder compartido en Kabul con la inclusión de representantes talibanes, además de tratar de ganarse el favor de otras minorías étnicas no pastunes en su vecino. En cualquier caso, cabe preguntarse hasta qué punto los talibanes tienen un interés real en mantener las negociaciones de paz. En un proceso de negociaciones con los talibanes hay que tener en cuenta los intereses y objetivos de al menos cuatro actores: Estados Unidos, el Gobierno afgano, Pakistán y los propios talibanes. Según lo que se trasluce de las conversaciones llevadas a cabo hasta el momento, EE.UU. habría puesto tres demandas sobre la mesa: el abandono de la violencia por parte de los talibanes y la persecución de sus objetivos por medios políticos; que los talibanes reconozcan la Constitución afgana; y que renuncien a prestar cualquier tipo de apoyo a al Qaeda. El objetivo de Washington sería conseguir un régimen afgano relativamente estable tras la retirada de las tropas internacionales, que permita una justificación y una salida airosa a una guerra que se prolonga más de 10 años. Estados Unidos ha tenido problemas en la prosecución de esta política por la propia oposición interna a entablar negociaciones, vistas desde algunos ámbitos de la administración estadounidense como injustificables tras la larga guerra y las pérdidas sufridas. Sin embargo, la Administración Obama ha elegido la opción de la negociación, comenzando un proceso de auto convencimiento de que el enemigo que atacó a EE.UU. es al Qaeda y no los talibanes. El Gobierno afgano buscaría con las negociaciones el establecimiento de un proceso político bajo su control, que garantice la futura presencia en el poder de las élites que lo ocupan actualmente. También las autoridades afganas están divididas acerca de la negociación con los talibanes, estando en general los pastunes más dispuestos que el resto de etnias. Hamid Karzai podría estar quedándose cada vez más solo defendiendo la opción de la negociación dentro de su Gobierno. La posición de Kabul también es posible que varíe en función de cómo se perciba la capacidad de las Fuerzas Armadas afganas de enfrentarse a los talibanes tras la retirada occidental. Por parte de Pakistán, como ya se ha visto en la primera parte de este artículo, se pretende lo mismo que se ha pretendido siempre: un Afganistán amistoso que asegure su frontera occidental en caso de conflicto con India. Esto implica que Pakistán quiere un asiento de primera fila en las negociaciones de paz, para poder estar al tanto de todo el proceso, además de una reducción de la presencia e influencia india en Afganistán a la mínima expresión. Pakistán cuenta con la baza de su apoyo a la insurgencia afgana en este sentido. Sin embargo, los talibanes afganos han dado muestras de querer desprenderse del control del ISI, además de albergar cierto sentimiento de haberse visto en parte traicionados por Islamabad tras el 11 S y la invasión estadounidense de su país. Además, cuenta con la posición enfrentada de todos los afganos no pastunes, que han sufrido la intervención pakistaní en apoyo de los talibanes desde la década de los


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